Seguramente has escuchado alguna vez más de una frase en la que relacionamos al marketing con el amor, y no se trata de un síntoma de romanticismo general entre los marketeros ni mucho menos, es simplemente una de las mejores formas de entender y explicar lo que realmente sucede detrás de todo esto. Sin ponernos demasiado románticos, o tal vez si, el amor nace de una conexión, de ese momento en el que nos damos cuenta que la persona que tenemos enfrente y que hasta ese momento había sido alguien más en nuestras vidas, tiene ese algo que nos hace querer adentrarnos más en su universo, y que al ir conociéndose y compartiendo historias y experiencias, empiezas a descubrir a alguien que sorprendentemente habla el mismo idioma que tú. Empiezas un proceso en el que tu mente se activa para identificar elementos y momentos claves de su relación que ocuparán ese lugar privilegiado en tu mente, y esa persona se posicionará firmemente y con bandera de “llegue para quedarme” en tu top of mind. Cuando empieza a crearse esa conexión, tu mente automáticamente se pondrá en modo de grabación, de ahí que tu cerebro relacione esa canción específica con el rush que sentiste aquel día en el que la conexión empezó a vibrar, y que hará que nunca puedas volver a escucharla sin que esa persona pase por tu cabeza una vez más, y que una frase o una palabra deje de tener el significado tan irrelevante que hasta ese momento había ocupado en tu vida para pasar a ser ese inside joke que solo ustedes dos entienden. Jason Silva, presentador del programa “Brain Games” y “Origins” en NatGeo, y creador de la serie de micro documentales llamada “Shots of Awe”, habla en una de sus cápsulas de un efecto llamado “Brain Coupling” el cual comprueba a través de imágenes por resonancia magnética funcional (FMRI) en cerebros de parejas románticas, que esa conexión que sentimos con esa persona con quien nos entendemos tan bien, es el resultado de una sincronización de las ondas cerebrales. Literalmente nuestros cerebros “conectan”, es por eso que sentimos que hablamos el mismo idioma y que no hay nadie en este mundo que nos entienda mejor que esa persona. Eso es lo que pasa en el amor, se crea una conexión entre dos personas que hace que nuestros cerebros empiecen a trabajar de manera paralela, y que podamos comenzar a ver el mundo desde una óptima en común. Eso es lo que pasa en el marketing también. El marketing es un juego de emociones que busca generar conexiones de impacto entre marca y consumidor; en términos simples, el marketing consiste en hacer que se enamoren de tu marca. No suena raro entonces que existan términos como “Love Mark”, acuñado por Kevin Roberts y con el que se refiere a aquellas marcas que han logrado ganarse a sus consumidores a través de los sentidos y que las llevan a crear una relación leal y duradera con ellos. Entonces, si como marca empiezas a ver a esos consumidores como alguien con quien puedes empezar una relación sentimental, más que verles un mero signo de pesos en la frente, y te atreves a entrar a ese rollercoaster de emociones con ellos, vas a poder crear esa conexión tan parecida al amor, que hará que la acción de venta y de formación de lealtad, se cumplan de manera natural. No les vendas a tus consumidores, enamóralos, hazlos sentir especiales y queridos, demuéstrales que en esa relación que se está formando van a encontrar a un compañero de aventuras y locuras; el amor y el marketing hay que vivirlos, sentirlos, hay que arriesgarse, apostarle y darse en la madre un par de veces, y en ambos casos, la relación durará mientras sepan mantener viva esa chispa y esa química que los hiciste sentir desde el día en que sus caminos se encontraron. “And in the end, the love you take is equal to the love you make” –The Beatles AUTOR Luis González Ser creativo es la mejor excusa para estar un poco loco. Apasionado del Marketing y la Publicidad. Director Creativo en The Capital Advertising. No se bien a dónde voy pero sígueme si quieres. Instagram & Twitter: @TheCapitalLuis
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