Las agencias de publicidad se han convertido en un campo muy fértil para cultivar el egocentrismo, “yoismo”, arrogancia, egoísmo, soberbia, vanidad… por eso es tan común encontrar a las famosas y mentadas divas. Que de divas, en muchas de las ocasiones no tienen nada, pues no hay quien las idolatre, al contrario llegan arrastrado una larga lista de personas que hablan mal de ellos; por esta razón, lo primero que hacen al llegar a una nueva agencia y tomar las riendas de un equipo creativo es comenzar a despedir a los integrantes del mismo para poder traerse a su séquito de aduladores, porque si no hay quien los ponga en un pedestal no pueden ser una diva… ¡La cuenta no interesa!, lo importante es verse venerados para que el patrón siga pensando que tomó la mejor decisión al contratarlo antes que darle la oportunidad a quien lleva años aplicándose, sacando la chamba y conoce a la perfección la cuenta. Hay pocos creativos que al llegar a una nueva agencia demuestran que con lo que se tiene la pueden armar, como por ejemplo Alexis Ospina, un creativo colombiano —que tiene de verdad de qué presumir— que trajeron a Leo Burnett México y quien sin despedir a nadie de los que ya estaban cuando llegó a dirigir, convirtió ese equipo en uno de los más sólidos que tiene la agencia y ha demostrado que, como dice el dicho: el que es perico en cualquier lugar es verde. Pero así como hoy en día hay pocos creativos como Ospina, también son contados los publicistas de los que cualquier persona, que lo conozca o haya escuchado de él, hable bien, como por ejemplo Ury Harad, quien fuera por más de una década VP de Servicios Creativos de Grey y del que sólo se escucha decir que es una gran persona, que fue un gran jefe… La diferencia generacional entre Ury y Alexis es abismal, sin embargo pese a ello tienen algo en común y es que saben tratar, alentar y respetar a las personas que están bajo su mando; justo lo contrario de lo que hacen las divas, que desgraciadamente abundan en las agencias y para quienes todo mundo es un mediocre, un ser inferior y a toda costa tratan de minimizar a cualquiera que pueda evidenciar su falta de talento y capacidad. Con estas referencias resulta fácil distinguir a los buenos publicistas de los “publicistas de pose”. De los primeros se habla bien aunque no se les conozca y de los segundos todo mundo se pitorrea aunque no los conozcan. Sencillo, crea fama y échate a dormir. Leo Burnett decía: He aprendido a respetar las ideas, vengan de donde vengan. Para las divas, las únicas ideas que se respetan y cuentan son las de ellos, porque en cuanto alguien más tiene una genialidad lo primero que hacen es decir “síguele buscando, eso ya lo había pensado yo, le falta un twist, no me gusta…” en cambio los buenos publicistas, reconocen de inmediato una buena idea sin importar de dónde o quién venga. ¿En qué momento, en muchas agencias de publicidad de las que me reservo el nombre, comenzó a valorarse más la pose y apariencia que la capacidad de las personas? Pues está claro que esas agencias, literal, compran sin detenerse a investigar si el ?producto” que van adquirir es bueno, aporta nutrimentos, causa obesidad, ya caducó o de plano sólo le cambiaron la etiqueta para que se viera más chic. De otra manera no se puede entender cómo es que todo el gremio sepa, reitero, aunque no los conozcan personalmente, quiénes son los publicistas chapulines con verborrea que se la pasan brincando de agencia en agencia, destruyendo buenos equipos, fastidiando a personas que les apasiona este medio, colgándose el trabajo de los otros y muchas veces adjudicándose premios de campañas que a ellos no se les ocurrieron, pero que presumen con desparpajo diciendo a los cuatro vientos: “Gané un Cannes, gané un Clío…” en pocas palabras, de aquellos que les causa dolor hablar en plural cuando se trata de reconocimientos. Cuánta falta le hace a la publicidad gente que inspire, que sea un referente. ¡Hay tan pocos “Urys y Alexis”! y desgraciadamente sobran las divas que se están encargando de convertir esta gran profesión-oficio en algo muy parecido a un PRI, donde no importa cuánto hagan los militantes, sólo los amigos de Peña, Beltrones… tendrán la oportunidad de llegar a ocupar un puesto directivo, aunque todo mundo sepa que no tienen el talento para estar ahí. Cuánta falta hacen en la publicidad personas que sean como los líderes que describe el filósofo chino Lao Tzu: «Un líder es mejor cuando la gente apenas sabe que existe, cuando su trabajo está hecho y su meta cumplida, ellos dirán: Lo hicimos nosotros”.
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