Todavía me sigue sonando extraño que puedas tener “tu canal”. Sí, yo nací en la época en la que prendías la tele y había solo 6 canales analógicos. Como publicista entendí que el contenido se produce. Éramos y todavía somos varios los involucrados e impetuosos, todo un equipo. Los youtubers me enseñaron luego que la palabra producir puede ser un lastre muy pesado. El contenido también se da y se piensa en el ejercicio de vivir. Antes tenia clara la línea que separaba el medio y el mensaje. Los youtubers me reafirmaron que se puede ser ambas cosas sin límites. ¿Cuanto valor existe en suscribirte a “su canal”? Aquel canal que decides ver en el futuro y será parte de tu muro, mostrándote distintas perspectivas del mismo mundo. El youtuber se arma de una cámara, una computadora y una conexión de internet y listo. Sabe que tiene algo que decir y lo dice. No tiene miedo ni compromiso que lo coaccione con una audiencia establecida. No tiene que saber de ROI pero tiene algo que decir, quiere que lo vean y vivir con ello, y de ello. Las marcas no lo contratan, las marcas conectan con él, concuerdan con sus ideas, lo respaldan, le dan un encargo. Los youtubers siguen apareciendo y seguro es mucho lo que se nos va de las manos. Sin embargo, me gusta pensar que los publicistas ya nos sentamos a su lado para reafirmar que parte de nuestra esencia es reaprender todo, todo el tiempo. Imagen cortesía de Shutterstock
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