Normalmente, la relación subalterno-jefe debería ser equilibrada, respetuosa y recíproca. No concibo esas conexiones laborales donde todos se odian, se gastan juegos pesados con mala intención y además perjudican el trabajo de otros con calumnias, artificios y pare usted de contar. A lo largo de mi historia laboral, he tenido jefes que pasan de lo serio a lo extravagante, de lo humilde a lo arrogante y de jefe hasta amigo. Uno de mis últimos jefes (a quien dedico este post) me ha dejado un vacío profesional de tales magnitudes, que siento que ahora mismo llevo un luto laboral por haber perdido al mentor que más cosas me ha dejado, cosas valiosas como las que hoy compartiré contigo. Comunicar es una habilidad En una empresa, comunicar no es tan sencillo como comentar algo con alguien y hacerlo público. El hecho de que una persona no sepa cómo hacerse entender eficazmente (tergiversa las conversaciones, no sabe cómo dirigirse a sus empleados o jefes e incluso, ser imprudente y no saber decir palabras apropiadamente o usarlas de manera correcta) es alguien que por algún lado de su vida está fracasando -esto es verídico-, pues quienes tienen mejores habilidades para la comunicación, tienen mejores relaciones interpersonales. Existe una serie de elementos que hacen que nuestras destrezas en ese campo se fortifiquen y la empatía es la principal. Cuando somos capaces de ver e identificarnos con asuntos o temas desde el punto de vista de los demás, difícilmente se juzga al otro y ello conlleva a que sea posible tener una especie de sintonía y entender su perspectiva. Sé el maestro de la comunicación indirecta En la escuela a todos nos dijeron que la comunicación constaba de diálogos (escritos u orales), pero ¿qué hay de los que yo tengo conmigo misma?, mi ex jefe siempre prestaba atención en la manera de cómo quien te da un saludo de mano coloca la misma, la intensidad del apretón y los gestos que la persona gesticula -todo esto para comprender un poco si está nervioso, ansioso, forzado y hasta fuera de lugar- El lenguaje corporal siempre ha sido fundamental en las comunicaciones en general. Todo lo que pienses se nota, todo lo que sientes se evidencia y todo lo que guardas en algún momento lo haces entrever. Mi gesto chismoso siempre ha sido el síndrome de pierna inquieta, en serio no lo he podido disimular. Ya sea ansiedad, emoción, nervios o aburrimiento, la bendita pierna se mueve automáticamente. No todo se arregla con planes comunicacionales Yéndome un poco más hacia lo organizacional, si la empresa tiene problemas internos, el ambiente es hostil y las políticas administrativas no ayudan pues, aunque tengas las mejores comunicaciones empresariales los cambios que realices no serán muy prósperos, es igual a cuando se quiere mejorar la reputación de una marca, si el equipo entero no trabaja para solventarlo a la final tus “comunicados” solo serán informaciones falsas. Mi ex jefe siempre bromeaba cuando nos pedían “planes comunicacionales” para todo sin siquiera detenerse a ver que la solución no era difundir información falsa, sino mejorar las condiciones para el trabajo en equipo. Se nace siendo proactivo Y es algo que no puedes aprender a hacer. Cuando conocí a mi primer jefe, vi que era muy abierto a las innovaciones, sin embargo, dudaba un poco al momento de llevar a cabo algún proyecto nuevo y me gané esa confianza a punta de proactividad. (aquí coloco voz de testimonial de crema para el acné) gracias a ello, me dio la suficiente confianza como para redactar y ser consultora de una revista institucional en su edición especial. Con mi ex jefe fue un poco así, ayudar y estar al día es lo único que garantiza que alguien puede hacer más de lo que se le ha solicitado. Todos en algún momento queremos contar con alguien para esos casos de emergencia laboral. Págate y llévate el cambio 4 cosas que definitivamente hicieron de mi relación con mi ex jefe la mejor fueron:
- La confianza: y no solo de decirle las cosas frontal y abiertamente, sino creer en lo que hago y hacerme la idea que si no me siento cómoda haciéndolo a nadie más le gustará.
- Usar la actitud a mi favor: Tener y expedir energía positiva suena muy a new age pero funciona, hacer sentir a los demás que nos importan, que queremos que estén bien es eficaz (conmigo funcionó). Así como para mi la palabra “imposible” no existe, para él la palabra “problema” era inexistente, siempre me corregía y la cambiaba a “inconveniente”
- Ser empática: Ni en mil años luz iba a imaginar que tendría que trabajar con público directamente (por eso los que escribimos somos algo ermitaños en el fondo), para mí no hay mejor manera de expresarme que escribiendo, pero la realidad es que no puedes hacer relaciones públicas por email eternamente, y a pesar que mi personalidad se aleja mucho de la de él, aprendí a ser más abierta respecto a conversar y ser receptiva con las ideas y sugerencias de los demás – aun cuando vienen de personas que no saben absolutamente nada de lo que están planteando-.
- Tener sentido de urgencia: Yo sí se decir que no, lo que realmente me pasaba es que tenía la intención de ayudar a los demás aun cuando eso me atrasará en tareas que para mí tendrían que ser prioridad, la frase “hazte la loca” marcó mi vida laboral.
Gracias por ser el mejor jefe sin siquiera proponértelo. Imagen cortesía de Shutterstock
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