Para una dupla creativa es tan necesario que su relación sea fructífera y agradable, como para un pez lo es estar en el agua para sobrevivir. Entre los dos creativos que forman esta bonita pareja, debe existir un vínculo especial y profundo, que les permita dialogar y dejar volar la imaginación en confianza. Pero, al igual que con el amor, nunca sabemos si la pareja que ahora nos parece ideal será al fin la definitiva: ¿cómo saber si la persona con la que formamos dupla es nuestra media naranja creativa?
- Capacidad de llegar a acuerdos: para ello, es necesario que haya una buena relación laboral entre ellos y que ambos sientan que forman parte importante del trabajo que se saca adelante. Ambos han de sentirse útiles y, a su vez, han de tener la certeza de que su compañero es tan válido como ellos, un igual con el que hay que colaborar y no competir. Los celos y la necesidad de destacar como seres unipersonales han de desaparecer, tu trabajo ya no se reduce exclusivamente a ti, sino a tu dupla o al equipo creativo con el que estés trabajando. La misma sangre publicitaria y ganas de comeros el mundo recorre vuestras venas, nunca le pondrías la zancadilla a tu hermana, tampoco se la pongas a tu dupla. Cuando se trabaja en creatividad, pocas cosas son objetivas, por lo que la mayoría de veces, aunque creas estar casi convencido, no podrás saber con certeza si tienes o no la razón. Cuando se plantea un debate creativo, no es posible zanjarlo realizando una búsqueda rápida en internet, como hacemos con otros asuntos, sino que será necesario razonar, ser capaces de entender el punto de vista de nuestro compañero y llegar a un acuerdo que satisfaga a ambas partes lo antes posible.
- Debate y diálogo, no perder la chispa del principio: los primeros años de una dupla son prácticamente mágicos: se pierde la noción del tiempo entre peloteos creativos, las horas de trabajo nos empiezan a descubrir a nuestras primeras grandes ideas y nos sentimos invencibles. Con el paso del tiempo, es normal que hasta el trabajo más increíble se normalice y se convierta en un acto rutinario. Es importante mantener viva esa necesidad creativa que nos lleva a ser curiosos por naturaleza, a no conformarnos con la primera idea que toca a la puerta, a seguir motivados y abiertos al debate. Para cumplir esta tarea, es importante que los roles de la dupla no sean estancos, sino que ambos puedan aportar ideas conceptuales y opinar sobre los aspectos de diseño. Se debe sentir que aunque tus funciones sean muy concretas, tú también formas parte activa del trabajo del otro, pues de éste depende el tuyo.
- Constante evolución y capacidad de “reciclaje”: jamás debemos caer en el error de pensar que ya está todo aprendido, pues esto haría cesar nuestra curiosidad y sed de aprendizaje. Es importante que ambos sigan planteándose nuevos retos y compartiendo inquietudes, si solo lo hace uno al final percibirá que su compañero es más un freno que un apoyo y se podrá vislumbrar el fracaso de la dupla creativa.
- Saber mantener el espíritu de equipo y la capacidad de adaptación ante las adversidades y los momentos de tensión. Cuando todo funciona adecuadamente es muy sencillo sentir orgullo de pertenencia hacia tu equipo o dupla, no obstante, esto es algo que ha de mantenerse cuando la situación se muestra peliaguda o cuando llegan los conflictos y desacuerdos. Es importante fortalecer este vínculo diariamente, así nos aseguraremos de que un factor externo o una discusión interna no lo quebranten con facilidad.
- Recibir, aproximadamente, lo mismo que se da. Es necesaria la existencia de unos niveles de compromiso, responsabilidad y exigencia equivalentes. Una dupla es una relación entre iguales, en la que debe reinar la armonía y el equilibrio: ambos han de ser trabajadores y resolutivos, pues si siempre es uno el que toma las riendas y lleva la voz cantante, se darán diversos factores negativos. En primer lugar, se establecerá una jerarquía que romperá con la igualdad como característica intrínseca de la dupla. Esto generará, por un lado, que el compañero que se sitúe en la cúspide sienta que su compañero no le apoya suficientemente y que ha de convertirse en el máximo responsable. Por otro lado, esta actitud hará sentir al otro compañero como un subordinado de su dupla y no como miembro de la relación entre iguales que debería existir. Este tipo de comportamientos solo puede dar pie a la decepción, la frustración y a un mal ambiente laboral, enemigos históricos de la creatividad.
- La relación de una verdadera dupla no se reduce a lo profesional: cuando la relación entre tu dupla y tú es plena y satisfactoria, es inevitable compartir algo de tiempo fuera del horario laboral. Irremediablemente, te conviertes en amigo de esa persona con la que pasas tantos y tan buenos momentos, y esto es algo extraordinario. Ese cariño hacia tu dupla será el encargado de recordarte en los momentos más difíciles la importancia de mantener el espíritu de equipo.
- El respeto, la confianza y el apoyo como pilares básicos. Como sabemos, el respeto no es algo que se pueda imponer, sino que hay que crearlo. El cumplimiento de los puntos anteriores, nos hará sentir un profundo respeto por nuestro compañero, un profesional a la altura de nuestras necesidades y expectativas laborales. Por otro lado, este respeto mutuo establecerá una relación de confianza y apoyo: sentir que podemos contar con nuestro compañero en la toma de decisiones o cuando nos atasquemos con cualquier aspecto es indispensable.
- No ser iguales en todo, sería contraproducente. De hecho, cuanto más diferentes entre sí sean los componentes de una dupla, siempre que esto no los haga incompatibles, mejor. Los diferentes gustos musicales os ayudarán a expandir vuestros conocimientos, la diversidad cultural enriquecerá vuestro bagaje, las diferencias ideológicas os obligarán a poneros en los zapatos del otro, etc. Una persona prácticamente idéntica a ti, poco podrá aportarte y enseñarte. La posibilidad de enriquecimiento mutuo es algo necesario en una relación de dupla creativa, pues elevará nuestro aprendizaje constantemente y sin la necesidad de realizar ningún esfuerzo.
- Comprensión, capacidad de complementarse y comunicación. A veces ni siquiera son necesarias las palabras, tras años en dupla creativa, una mirada basta para que tu compañero entienda que ese ruidito que está haciendo está acabando con tu paciencia. Lo mismo ocurre con las ideas, aunque siempre es conveniente argumentar por qué te gustan o no, solo así el proceso creativo podrá seguir adelante. La comunicación es una necesidad básica en cualquier relación humana, por lo que en las duplas no podía ser de otra manera. Ocultarle a nuestro compañero aspectos que nos disgustan y nos hacen sentir molestos, hará que la relación se deteriore paulatinamente. Es necesario que ambos se sientan en el derecho de iniciar una conversación cuando lo consideren necesario, aunque el tema a debatir no sea agradable.
- No dejarse deslumbrar por la creatividad y ser capaces de establecer un orden y una rutina común a seguir, basándose siempre en la adaptación mutua. Los seres creativos tienen fama de ser despreocupados y alocados, no obstante, una buena dupla sabe que la organización es casi tan importante como la creatividad. Por ello, una dupla que se precie será capaz de organizar tanto sus tareas inmediatas como sus encargos a medio o largo plazo. Esto no evitará que las jornadas laborales se alarguen más de lo previsto, pero si reducirá la incertidumbre ante el desconocimiento de los plazos de entrega y hará que el trabajo resulte menos estresante.
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