Los emprendimientos y negocios emergentes se encuentran consumiendo el mercado. Es el tema de moda, la solución a todo y han sido convertidos en el foco para alcanzar el éxito y es muy probable que esta tendencia sea pasajera, no porque esté mal, sino porque está dejando un sin fin de fracasos que desalentarían a cualquiera. Lo anterior sucede porque se ha forjado una cultura basada en la motivación. Lo que más abunda en los grupos y foros de emprendedores son “placebos emocionales”; frases, video y artículos que te hacen sentir exitoso, diferente, te invitan a no rendirte, a tener mente millonaria. Todo en exceso es malo y el pecado de esta cultura es vivir de ilusiones y hacer muy poco. Las personas se están aventurando al mercado con un branding hecho por ellos mismos, un fan page, ningún plan de ventas, marketing digital o estrategia de algún tipo y con un capital muy reducido ¿Hay algunos que corren con suerte? Claro que sí, pero se descubre que tienen suerte bien sea porque detectaron que no podrían hacerlo de ese modo y buscaron ayuda o bien poseían algún tipo de habilidad innata que les permitía destacar de alguna manera. El resto de emprendedores se encuentran deslumbrados con las historias de Steve Jobs, Bill Gates y Richard Branson. ¿A qué va todo esto? A algo muy simple: el mercado se encuentra saturado. Lo que faltan no son negocios o marcas para trabajar, lo que faltan son publicistas que tengan la capacidad de atraer a este enorme público y aprovechar su potencial. La oportunidad de crear las marcas del futuro se encuentra con las puertas más que abiertas, además de brindar la posibilidad de acceso a conocimiento real a todos estos emprendedores. Clientes motivados, con ideas interesantes, dispuestos a crear alianzas, con un capital variante y siempre dispuestos a aprender; un público que considero todo un reto, un reto para crear soluciones con presupuestos ajustados, para destacar en un mercado saturado, para comenzar desde cero un proyecto. Posibilidades casi infinitas se encuentra puestas sobre la mesa, mientras muchos publicistas se quedan sentados a la espera de un milagro. Imagen cortesía de Shutterstock
Comentarios