Estamos a escasos días de finalizar un año que para muchos ha sido muy complejo de asimilar, un año de pérdidas irreparables, para otros en cambio ha sido un año de grandes logros, de situaciones desafiantes que han sido de mucho provecho; como todos los años, este año no ha tenido nada que no sea humano, cotidiano, natural, pero ha estado, curiosamente, signado por la mediatización, por la sobredimensión de los hechos ocurridos, ¿a qué se debe esto? Este fue el año en que la realidad aumentada tuvo su primera gran victoria comercial, la más importante hasta ahora; este fue un año de gran crecimiento para la publicidad digital, el mundo y la industria publicitaria a la par, avanzan hacia un modelo cada vez más virtual, el internet de las cosas se ha retrasado un poco mientras que lo digital ha cogido mucho terreno. Este fue el año en que Nintendo anunció su nueva consola, apuntando precisamente en la dirección en que se cuecen las habas; los generadores de contenidos han tenido un enorme trabajo qué hacer, nuevos generadores han surgido, este también fue el año en que Netflix se anotó grandes puntajes en la audiencia, poniendo sobre la mesa su opción nostálgica, en un marketing que señala que en el futuro, al parecer, nos gustará dar probadas digeridas del pasado no vivido. Los fallecimientos, cosa natural y esperable, han sido sumamente relevantes, obviamente hay más usuarios digitales, las redes sociales, que van acoplándose a los hábitos de sus usuarios y en las que cada vez hay más sólidos comportamientos, consiguiendo con esto una dinámica establecida, propia, tendiente al estancamiento, al menos en lo que se refiere a las novedades detallistas, han sido puntales en la información y en la difusión de noticias. Este fue un gran año para Instagram frente a sus competidores; también ha sido un año interesante para Facebook; 2016 fue el año en que se puso en marcha con fuerza la iniciativa para conquistar el espacio, después de varias décadas en el ostracismo, aumentó el consumo de autos híbridos, de los alimentos orgánicos, los nuevos hábitos sociales están en un momento de estabilización, el comportamiento general parece guiado por éstos y muchos esquemas políticos, económicos y culturales ahora obedecen a tendencias que fácilmente pueden predecirse siguiendo con atención los movimientos digitales de las sociedades conectadas. Fue un año de cambios importantes en la primera potencia del mundo, de gran incertidumbre en Europa, de constrastes en Latinoamérica, de estancamiento en Asia y África y de un matizado crecimiento en Oceanía; el mundo gira a una nueva velocidad y lo hace según el dictamen de las nuevas técnicas del marketing; es la tecnología la que moviliza a los consumidores, es el ámbito digital un nuevo espacio para el entretenimiento, pero también para las compras; un universo que se expande y que define nuevas fronteras. El año 2016 está a punto de terminar y el resumen que hacemos de él no lo hace distinto a lo que se esperaba, los caminos parecen haber sido trazados con gran precisión, por lo que las sorpresas de éste año forman parte de una nueva cultura que ya no obedece a patrones nacionales, puede decirse, sin temor al error que una cultura universal, común, es claramente visible y su núcleo es el marketing, su medio de control es la nueva forma de generar contenidos y de consumirlos y sus resultados no dejarán de hacernos sentir cada vez más raros, menos nosotros y más parte de una cosa mayor, de una entidad invisible e informe que pareciera absorbernos. El próximo año será un año para comprendernos, para tomarnos unos minutos y ver en qué dirección estamos yendo, pues si no la inercia de los acontecimientos puede arrastrarnos sin más. Imagen cortesía de Shutterstock
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