Hoy en día parece que el mundo se ha vuelto loco: en las noticias solo se ven desgracias, la gente antepone lo urgente y olvida aquello que realmente tiene importancia, y los publicitarios, que se supone que llegamos a este mundo por vocación, olvidamos aquello que nos trajo hasta aquí convirtiéndonos en seres alienados, tristes y aburridos. Día tras día escuchas a colegas de profesión diciendo que, actualmente, no están haciendo aquello que desearían, o incluso que no están recibiendo un trato justo, pero es lo que hay que hacer y aguantar si quieres llegar a ser alguien el día de mañana. Y llega un momento en el que yo me pregunto ¿no será que lo que queremos es acabar aborreciendo esta profesión que nos tiene enamorados hasta las trancas, para así escapar de sus redes? Como parece que lo que buscamos es dinamitar la disciplina que un día nos puso la piel de gallina y por la que tanto hemos dado, hoy vamos a hablar de aquellos pasos a seguir si lo que quieres es salir de aquí cuanto antes. Aunque lo cierto, es que seguramente ya lo sabrás, pues es lo que hacen diariamente y sin descanso miles de profesionales de la Publicidad:
- Despréndete de todos tus principios, échalos por tierra y actúa como si nunca hubiesen existido. Si alguna vez has pensado eso de “la familia es lo primero”, olvídalo inmediatamente y sustituye la palabra familia por agencia, convirtiendo esa frase en tu mantra. O quizás te hayan criado con aquello de que “mentir está mal”, bueno, métete en la cabeza que aquí no se miente, a lo sumo se endulza la realidad o se cuenta de una manera bonita y, eso, no puede ser malo.
- Olvida también tus inquietudes, tu pasión e ilusión y tus ganas de cambiar el mundo. Al mundo no le apetece cambiar, es perezoso y quiere que tú también lo seas. Relájate y no hagas más de lo que te pidan, eso podría obligar al resto a dar más de sí. Olvida todo lo que te han enseñado sobre la evolución del modelo publicitario y sobre cómo éste está cambiando (o debería estar haciéndolo), no pretendas ser parte de ese cambio.
- No destaques, y menos si eres mujer. Da igual si eres del tipo de persona extrovertida que hace escuchar sus ideas fácilmente o si eres de ese otro tipo de persona a la que le cuesta un poco más, pero que siempre pone todo su empeño. Reprime cualquier impulso de sobresalir, eso solo irritará a tus compañeros y a tus jefes, que percibirán la energía y proactividad de la sangre fresca como un peligro que hay que segar como la brizna que sobresale en el campo de trigo, perfectamente podado al mismo nivel. Tú, tranquilito, sigue con lo que te han enseñado toda la vida: cuanto más normal seas, mejor.
- Preferiblemente, piensa rápido aunque sea regular, olvida tu hambre publicitaria. De nada sirve pensar fabulosamente pero hacer perder el tiempo a la gran cadena de producción en la que se han convertido la mayoría de agencias. No quieras hacer ese tipo de campañas del que te enamoraste en la universidad, tú sigue con lo de siempre: ideas mediocres que son para la publicidad lo mismo que la comida enlatada sería para la gastronomía. No pretendas ser original o que tu comunicación marque la diferencia, lo que se ha hecho toda la vida es lo que funciona. Cuanto antes asumas que en la industria publicitaria se especula con la creatividad, mejor: mucho teorizar y poco aplicar.
- Jamás te comprometas con la sociedad ni te impliques con ninguna asociación, ONG, etc. De la noche a la mañana podría entrar entre tus encargos un cliente que patee todo lo que éstas defienden. Dará igual cómo te sientas, no importa si alguno de tus compañeros podría llevar mejor ese encargo y, a cambio, coger tú uno de los suyos, a tu jefe y compañeros eso no les incumbe y tendrás que asumir cualquier proyecto que te sea encomendado.
- Olvida tu curiosidad y tus ganas de seguir aprendiendo cada día. Son pocas las agencias que ofrecen algún tipo de formación a sus empleados y, las que lo hacen, la ofrecen sobre lo que el presidente considera interesante, no sobre lo que cada equipo podría necesitar. Y claro, da por sentado que tras tu jornada laboral tendrás poco tiempo diario y la frustración y el cansancio acumulados, posiblemente te impedirán ponerle empeño por tu cuenta.
- No te diviertas. Si alguna vez has creído que era importante un ambiente distendido y agradable para producir ideas, o que cuánto mejor lo pasase el equipo creativo en sus reuniones, mejores serían las ideas, olvídalo cuanto antes. Trabajo y diversión son dos palabras que no pueden coexistir en una misma oración.
- No preguntes ni trates de aprender o ser una fuente de aprendizaje para tus compañeros, cada uno con lo suyo, y si no te aclaras con algo lo buscas en internet, que para eso está. Si sientes la imperiosa necesidad de preguntar, da por sentado que nadie te va a explicar nada, a lo sumo lo harán ellos, que acabarán antes. Tú presta atención a sus rápidos movimientos de ninja por la pantalla y trata de asimilar lo que acaba de suceder ante tus ojos.
- Ríndete, quiérete poco y mal. Desconfía de tu intuición y de tu propia valía, no trates de hacer que tus méritos se reconozcan: mientras la agencia reluzca, tus intereses son lo de menos. Asume cuanto antes que no eres especial y que si no te gusta lo que hay, hay muchos otros esperando a ser ninguneados y explotados, ya sabes dónde está la puerta. Quizás, haya llegado el momento de atravesarla y desaparecer del mundo publicitario cuanto antes.
Si por el contrario, eres de los que lo que quieren es acabar con este despropósito en el que se está convirtiendo nuestra profesión, olvídate de todo lo anterior y ármate de valor para lo que te espera de ahora en adelante. Por suerte o por desgracia, la estabilidad laboral en publicidad es actualmente una quimera, por lo que si tu actual puesto de trabajo no te está ayudando a ser quien tú quieres el día de mañana, no te resignes. Valórate y sal de ahí en cuanto el contrato te lo permita, quién sabe si en la próxima agencia encontrarás el puesto, el equipo y el jefe de tus sueños. Mientras tanto, intenta mantenerte positivo y sacar fuerzas de dónde sea para seguir ofreciendo lo mejor de ti día a día, aunque el ambiente o la actitud del resto no sean de ayuda. No descanses hasta ver saciada tu sed curiosa, aunque no te queden fuerzas o tu ánimo esté por los suelos. Sigue divirtiéndote aunque sea por dentro, pregunta siempre que lo necesites y trata de aprender todo lo posible. Pero, sobre todo, mantén la calma y sigue creyendo en ti mismo, nadie lo hará por ti. Imágenes cortesía de Shutterstock
Comentarios