La globalización se metió por la ventana y cambió las reglas del juego ya hace varios años, esto significó para las empresas entender y adaptarse a un estado donde el mercado, al cual podían llegar, estaba mucho más allá del horizonte. Ese cambio abrupto ya está más que acoplado en la mente de todos, sobre todo de las nuevas generaciones, pero llevó a muchos negocios a cometer un enorme error, ver también a las personas como consumidores globalizados y de masas. En lo que respecta a las posibilidades que baraja el consumidor para tomar una decisión de compra, puede considerarse un consumidor de masas debido a las oportunidades de adquisición de productos y servicios, incluso, del otro lado del mundo, pero hablando de segmentación de mercado, estamos presenciando la más grande desmasificación. Los grupos se hacen cada vez más pequeños, la necesidad de libertad y expresión individual es mucho más evidente, convirtiendo al mercado en un enorme reto de segmentación. Evidencia de esto es notar cómo el crecimiento exponencial de los nuevos negocios está regido por una variable primordial, el enfoque estratégico a un nicho de mercado extremadamente reducido y específico, casi elitista aunque no sea la intención. Esta manera de direccionar los esfuerzos y recursos de las empresas se ha vuelto realmente efectiva, gracias a la posibilidad de convertir a la persona, no en un consumidor, sino en un seguidor y fanático de la marca, lo cual genera un enorme impacto en el mercado, debido a que esos seguidores se convierten en los verdaderos vendedores de la empresa. Centralizar las estrategias a un sector del mercado lo suficientemente reducido, sin afectar las ganancias, brinda una perspectiva puntual, una visión, un objetivo claro que convierte a la marca en un excelente prospecto para el éxito en el nuevo mercado. Imagen cortesía de Shutterstock
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