Como consumidores, muchas veces hemos tenido que pasar por un momento muy incómodo; aquel donde compramos lo que nos toca y no lo que en verdad queremos. En ocasiones, las empresas se encargan de resurtir su stock con productos que están de moda por la temporada. En algunas ocasiones, las tiendas no poseen el producto que nos encanta solamente porque está escaso. O, en algunas circunstancias, sólo porque dentro de su rotación de inventario, lo consideraron un producto perro (según la matriz BCG) y simplemente no lo volvieron a pedir. Desde el punto de vista del cliente, es extremadamente irritante dirigirme a la farmacia más cercana y tener que comprar un desodorante que no me gusta, pero debo usar. En la misma vía, es demasiado molesto tener que comprar unos zapatos que, pueda que vayan con mi gusto personal, pero no son los que adoré desde que los vi en la vitrina y tuve que dejar sólo porque no había la talla. Recientemente, en una charla entre amigos, acordamos disfrazarnos para el 31 de octubre y salir a festejar. Entre las opciones que cada uno tenía en mente, pudieron conseguir el disfraz y los accesorios. En mi caso personal, tengo en mente disfrazarme de “la purga” junto con una amiga, pero resulta que el proceso de consecución de 2 elementos (máscara y pistola) no fue para nada sencillo. Quizá porque en la ciudad que vivo (que para muchos aún es un pueblo) los productos destacados y exclusivos no se consiguen solamente porque la costumbre mercantil es “vender lo que la competencia produce a un precio más barato”. Lo pude entender con el ejercicio de observación al buscar mi máscara: los antifaces de todos los súper héroes de DC COMIC Y MARVEL estaban juntos y se vendían como pan caliente. Pero resulta que, en un caso particular, no fue posible hallarla en los comercios tradicionales. Casualmente, iba caminando por una calle en donde alquilaban disfraces y la primera vez que pregunté, recibí respuesta negativa. Pero, el encargado de la tienda, me llamó y me dijo que podía conseguirla bajo 2 modalidades: en venta o en alquiler. No sólo consiguió el producto que realmente quería, sino que me dio opciones para poder adquirirlo. Ese tipo de respuestas dejan un sello inolvidable en la mente de las personas. Puede que las tiendas especializadas en disfraces (en este caso particular) tengan un catálogo gigante, omitiendo vez, unos pocos que también fueron famosos y cuyo gusto es destacable. En vista de eso, no sólo sirvieron como plataforma para la consecución del producto, sino que fueron la ÚNICA opción en el mercado que le dio la facilidad al cliente para adquirir lo que realmente deseaba. No basta sólo con cumplir las expectativas del cliente. Uno cosa es lo que él espera de nosotros y otra muy diferente es lo que realmente encuentra. En mi caso, esperaba mucho más de la cantidad de almacenes de disfraces que visité, pero solo uno cumplió con mis requerimientos y esa experiencia quedará grabada en mi mente. Imagen cortesía de Shutterstock
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