¡Oh mi cliente añorado! Tú que tienes la potestad sobre el producto Tú, que tienes el poder de decisión Tú, que inspiras a crear subproductos Tú… a quien dedico todos mis esfuerzos de venta con pasión Te agradezco que hayas entrado a mi empresa En retribución, te brindaré la mejor experiencia ¿Qué tal que al entrar a un establecimiento comercial un vendedor te reciba con semejante speech? ¡Yo entro de una! Así sea por mirar y curiosear, pero la manera como rompió el hielo, marcó la diferencia y generó un impacto muy positivo en mi parecer. La venta per se, se ha convertido en algo tan aburrido, monótono, sin gracia y sin un ápice de originalidad. Hoy día, comprar, se ha convertido en pasar el efectivo o la tarjeta, digitar la información pertinente y ESPERAR QUE EL CLIENTE DIGA GRACIAS. ¡Hágame el favor! el cliente diciendo gracias a estas alturas, cuando debería ser todo lo contrario. Supongamos que vas caminando por el centro comercial y de repente, un personaje que está en la entrada de un establecimiento te aborda: “He dejado La puerta de mi tienda abierta Para que se entre por ella La clientela boquiabierta. Abierta y abierta Para que se vayan entrando Todos los prospectos con su platica, La dama, el caballero, el joven, el adulto mayor, Para que pasen y vean El surtido abastecedor”[1] -“Gracias, pero sólo estoy viendo” -“No se preocupe mi reina, siga sin compromiso y vea nuestros productos; sé que le va a gustar, además que me costó un gran trabajo hacerle tal dedicatoria, al estilo Neruda” -Gavín, querrá haber dicho. Pero no importa, entraré a ver, de todos modos, en vitrina vi un par de zapatos que me gustaron” -“¿Cuáles fueron los zapatos que le robaron más de un suspiro, señora? -“Aquellos, los que están en la tercera fila” -“¿Cuánto calza la reina? -“39” -“Bienvenida, tome asiento y en 2 minutos traeré el par de su talla” Efectivamente, a los dos minutos nuestro Poeta Comercial llegó. “Podrá nublarse el sol eternamente; podrá secarse en un instante el mar; podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón; pero jamás en mí podrá costarme una talla de tu talón”.[2] -“Veo que su creatividad al vender empieza a generar resultados” -“Me esfuerzo por sacarle sonrisas a mis clientes” -“Me queda bien, y viéndolos en mis pies, me gustan más. ¡Me los llevo!” -“! Se da cuenta que la curiosidad conlleva a regalarse un producto de calidad! -“Puede que sí, pero me generó simpatía su estilo” Después de hacer el proceso y seguir una conversación amena, el vendedor se despide con el siguiente adorno: “No sé cómo expresar mi agradecimiento, viniendo de un nuevo cliente que me ha aportado, porque cuando me quedé sin aliento, fuiste tú la que me ha comprado. Eres una de las mejores clientes que he conocido jamás, sabiendo haber encontrado la mejor forma de persuadir, porque yo no merecería ni de lejos tu amistad, solamente quería brindarte una experiencia memorable. Y colorín colorado, este poeta se ha ido a casa con unas buenas comisiones y unos clientes más que fidelizados! [1] El poema ceremonias de paso de Alfredo Gavín ha sido adaptado para este artículo. [2] El poema de Gustavo Adolfo Becquer ha sido adaptado para este artículo.
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