Busca tu historia y cuéntala. Toma nota, dibuja, graba un audio, vuelve a tomar nota. Ser publicista y parecer reportero siempre te hará bien. Busca fuentes y más fuentes, ten en cuenta que el brief puede ser solo una cara de la “noticia”. Si puedes visitar el lugar de los hechos, hazlo. Camina, sube escalones, mira a los ojos, toca el hombro de las personas, pide permiso y no lo pidas. Recurre a los archivos. Revisa lo que se “escribió” al respecto, hace cuanto, quién lo hizo y por qué. La información no te debe saturar cuando sabes deshacerte de la merma en el momento indicado, siempre antes de poner tus manos en el teclado. Déjate llevar por la mística del titular, esa unidad celular de la publicidad que viene de las viejas salas de prensa: El ejercicio de concisión, la elección de la palabra precisa, la preocupación por la fonética, el tratamiento quirúrgico de la ambigüedad, el «nosequé» de un titular sustancioso y revelador en bold. Vive con duda. Aquello que se da por hecho siempre se podrá confirmar una vez más. No es por desconfianza, es por puro ejercicio creativo. Si las fibras de la información no han perdido sensibilidad, nadie se va molestar si lo quieres corroborar. No ignores a tu reportero interior, no lo trates como spam. Escúchalo, porque todas las referencias que google y sus algoritmos no te darán, te las dará él. Imagen cortesía de iStock
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