Cuando estamos estudiando o empezamos a buscar nuestro primer empleo como creativos o diseñadores en el mundo de la publicidad, todos nos enfrentamos al mismo reto: formar un portfolio que nos represente. Y todos pasamos por las mismas fases: preocupación, auto-desconfianza, desesperación, empezamos a ver la luz en el camino, acabamos montando un portfolio con el que estamos medianamente satisfechos… Y una vez llegados aquí, a no ser que seas el David Ogilvy del siglo XXI, vuelta a empezar. Siempre es complicado y atemorizante enfrentarnos a nuestro primer portfolio, pero esto nos da la oportunidad de analizar la situación con perspectiva y ver qué es lo que realmente necesitamos. Aunque le dediquemos tiempo, esfuerzo y pasión, lo cierto es que es prácticamente imposible no cometer algunos errores y, definitivamente, es inevitable que esta primera versión sea modificada a medida que vayamos creciendo profesionalmente. Por ello, hoy vamos a hablar de todo lo que un joven creativo publicitario debería saber antes de empezar a montar su portfolio, tal y cómo a mí me hubiese gustado ser asesorada hace unos años cuando me enfrentaba a esta tarea por primera vez. Un error bastante común en estos primeros pasos, es el de incluir en éste todos los trabajos de nuestro recorrido universitario o semi-profesional, sin importar demasiado su calidad o hace cuánto fueron creados. Como se suele decir en otros ámbitos, este es uno de los casos en los que importa más la calidad que la cantidad. Ponte en el lugar de la persona que lo va a recibir: tener que pasar horas visualizando trabajos mediocres no resulta muy atractivo. Sin embargo, la idea de ver unos cuántos trabajos de esos que te dejan con la boca abierta sí, aunque cuando acabes de verlos te quedes con ganas de más. Analiza crítica y objetivamente cada proyecto antes de incluirlo en tu portfolio. Y hablando de la persona que lo va a recibir, debemos pensar que seguramente no tendrá tiempo para pasar una hora entendiendo cada uno de los proyectos que incluyamos. Por ello, no es conveniente incluir los briefings de los propuestas que conformen el portfolio, pero si dejar claro en cada una de ellas cuál era el requerimiento principal. Trata de resumir el briefing proporcionado en un pequeño párrafo, cuánto más breve mejor. Para ello, no olvides revisar los objetivos proporcionados, si el briefing fue redactado con corrección y profesionalidad, no deberías necesitar incluir mucho más. Tu portfolio debe ser representativo, transmitir tu esencia y lo que puedes aportar. Otro error que cometemos con bastante frecuencia es que nuestro portfolio no nos represente, tanto por el contenido (si queremos aspirar a ser copywriters, no tiene sentido presentar un portfolio con trabajos de fotografía y si queremos ser arte no tiene sentido incluir los poemas que escribimos en nuestros ratos libres) como por la forma (que sean trabajos demasiado antiguos o de los que no nos sintamos realmente orgullosos). En un primer momento, nos puede parecer una buena idea hacer gala de todos nuestros conocimientos, haciendo una recopilación de todos los proyectos que muestran nuestras habilidades. Sin embargo, esto puede ocasionarnos más problemas que beneficios: si tienes claro en qué área concreta quieres desarrollar tus funciones creativas, muestra exactamente lo que interese para ese puesto y para lo que quieres ser contratado, de lo contrario, puede que acabes desarrollando funciones que no te interesen. Presenta propuestas atractivas, originales y llamativas, piensa en digital, en transmedia y en código de siglo XXI. Las campañas anticuadas y centradas exclusivamente en la parte offline de la comunicación no deberían tener cabida en el portfolio de ningún joven publicitario. Demuestra que eres un nativo digital, tus conocimientos innovadores y porqué deberían contratarte. Es necesario ser creativos en la presentación de nuestros portfolios. Si lo que pretendes es optar a un puesto creativo, lo que definitivamente no tiene sentido alguno es presentar un documento PDF con hojas en blanco sobre las que situar nuestros trabajos. No innoves solo en el contenido de tu portfolio (en los trabajos que incluyas), sino también en el continente (el propio portfolio). Si no has trabajado para un cliente real, no intentes hacer creer que lo has hecho. Hay que dejar claro en todo momento que las propuestas ficticias lo son para no generar malentendidos, pero esto no quita que trabajemos nuestras propuestas con la mayor profesionalidad y como si de un cliente real se tratase. Trabaja los copys hasta que queden perfectos o realiza artes finales que estén al nivel del puesto al que te presentas, incluye montajes en los que se muestren las propuestas en diferentes formatos y soportes de la forma más realista posible… Asegúrate de conocerte antes de empezar. Otro error bastante común en las primeras versiones de nuestro portfolio es no saber exactamente a qué nos queremos dedicar o no ser conscientes de cuáles son las aptitudes que nos diferencian del resto y, por tanto, no poder decir con exactitud qué es eso que tenemos que aportar a la empresa y nos hace únicos. Conocerse perfectamente y confiar en uno mismo es el paso más importante para que nuestra carpeta nos represente, solo así conoceremos cuáles son nuestras ventajas competitivas y elementos diferenciales. Plantéate esto como un encargo más, si lo que necesitas es un briefing, “do ti yourself”: tú mismo eres el producto, completando el punto anterior obtendrás una investigación exhaustiva de la marca anunciante. Por otro lado, asegúrate de conocer y analizar la competencia: debemos observar si realmente estamos preparados para el puesto que pretendemos solicitar. Analizar a otros jóvenes publicitarios en nuestra misma situación nos ayuda a saber cuál es el nivel de exigencia al que nos enfrentamos, por lo que podremos prepararnos mejor para enfrentarnos a la situación con calma y serenidad. Otros aspectos que no podemos descuidar son el mercado al que nos dirigimos (debemos saber cuál es la situación del sector publicitario en el mercado en el que nos adentramos), el análisis de los posibles empleadores (ellos son el target al que te diriges con esta campaña que es tu portfolio, y todos sabemos la importancia de conocer al consumidor). Plantéate también los objetivos que pretendes alcanzar y qué línea estratégica vas a seguir para ello, establece un concepto global que te ayude a desarrollar cada parte de tu portfolio… En definitiva, véndete igual que intentas vender cualquier producto de un cliente. Por último, cuando el pánico invada tu espacio vital y empieces a desesperar pensando que no sirves para esto, recuerda que todos, tarde o temprano, nos enfrentamos a esta encrucijada. No hay creativo publicitario que no haya tenido que enfrentarse a un mínimo de fracaso antes de triunfar, que no haya tenido dudas e inseguridades y que no haya tenido ganas de abandonar, pero solo los que persisten y conservan la motivación consiguen ser los mejores. Imagen cortesía de iStock
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