- Arquitecto, buenos días
- Ingeniero, buenos días. Mire le presento a mi hermano
- ¡Mucho gusto!, Donny Rossoff
- Él es el publicista del que le hablé – acota mi hermano.
A partir de ahí, la reunión fue “ingeniero” para esto, “arquitecto” para lo otro y “Donny” para lo demás. Me fui pensando el porqué de esa odiosa costumbre de algunos profesionales de andarse recordando la carrera que eligieron, anteponiéndose al nombre, el título obtenido. De hecho, me quedé pensando en la aún más odiosa costumbre que es la omisión de dicho mote en las carreras filiadas a las ciencias humanas. ¿Luego yo no estudié los mismos semestres que ellos?, ¿no trasnoché la misma cantidad de veces que mi hermano?, ¿pagué menos?, ¿mis profesores eran empíricos? Puede ser y seguramente es un detalle menor, pero veo cotidianamente que nuestra profesión es ilota comparada con otras más respetables. Tal vez por eso todo el mundo cree que sabe hacer lo que hacemos. Es curioso pero nunca he visto a un paciente cuestionar una cirugía o dirigir al especialista que ha de hacerle una. Nunca vi a un cliente hacer un “bosquejo” de la estrategia jurídica para que su abogado la siga copiosamente. No veo que eso pase ni con mecánicos, ingenieros, pintores,… Ni con una masajista, ¡Por Dios! Y todo esto pasa porque nosotros mismos “perrateamos” nuestra práctica, al nunca decirle ‘no’ a un cliente, al mirar quién cobra menos con tal de conservar un negocio, de hacer y cumplir la voluntad de los anunciantes con tal de tenerlos contentos, de no unificar formas de cobrar, de dejar que se extinguiera el mítico 17,65%, de licitar sin exigirle a los clientes unas normas claras de juego,… En fin, de hacer todo lo posible para sabotearnos y sabotear el estatus que por derecho nos ganamos. Al escribir este texto, en la tele dan ‘Atrápame si puedes’ (Catch me if you can), en donde el personaje de Leonardo DiCaprio se hace pasar por piloto, médico y abogado, sin serlo y obviamente se convierte en uno de los timadores más astutos de todos los tiempos. Me pregunto por qué no se hizo pasar por publicista en esa película, creo que con lo alicaído que está nuestro oficio, el título de la peli sería: Respétame, si puedes.
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