La euforia pokémon volvió y todo gracias al relanzamiento de la franquicia en una poderosa estrategia de gamificación móvil. El juego evoca a lo que los millennials vieron en las pequeñas televisiones en su infancia y adolescencia. Evidentemente en aquellos años no teníamos el acceso ni los dispositivos que tenemos hoy. El boom de Pokémon GO superó las expectativas, como el tamaño de un Onix. En redes sociales se propagó como una plaga de Digletts. En redes sociales iniciaron los clubes de maestros pokémon, una forma de conectar a cientos de personas con la misma afición. El número de usuarios activos en Pokémon superó en días a los usuarios activos de Twitter y los blogs con guías de juego, foros y sitios web no se hicieron esperar. En Facebook y Snapchat comenzaron a mostrarse los primeros usuarios, aparecieron los grupos de pokémon masters locales y los típicos screenshots de sus capturas, los más comunes: Squirtle, Charmander, Geodude; las paradas y los tan buscados gimnasios. El timeline de todos, seas o no fan, está tapizado de Pokémon GO. Y es que no hay mejor herramienta para el marketing que la nostalgia. Muchos, incluyéndome, volvieron a ver los capítulos de la serie en Youtube, sacaron los juguetes empolvados. Los frikis salieron de sus casas a capturar algunas criaturas. En general la marca se reactivó como nunca, ninguna de sus películas ni temporadas seguidas de la original causaron ese efecto. ¿El público objetivo? Los millennials, nuestra generación de jóvenes, muchos ya adultos con la capacidad adquisitiva para dar vida otra vez a la marca. ¿Ahora entiendes porque es un fenómeno? Se desconoce cuánto tiempo dure este movimiento, lo que es seguro, es que para quienes trabajamos en el entorno digital es un caso importante que monitorear, de ser posible, ser parte y por mantente pendiente de este suceso. Grandes marcas, millones de personas y los medios están hablando de Pokémon Go, así que desentonar sería un grave error.
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