Tras mi repentina renuncia he recibido una serie de interrogatorios de parte de mis colegas y conocidos sobre por qué decidí auto desemplearme, la respuesta es simple: Fue por amor. Fue por amor a mi trabajo, a la publicidad y a lo que desde hace 4 años hago, unas veces con más amor que otras, pero con las ganas de algún día ganarme un león y todos aquellos galardones a los que los publicistas aspiramos, aunque muchos lo nieguen. ¿Nunca les ha pasado que quieren a alguien tanto que a veces es mejor parar a tiempo, antes de que se hagan daño? Justo así fue como se tornó mi relación con la publicidad. Cuando parecía que todo fluía y había dado un paso para estar en una agencia más grande y aventurarme a nuevas experiencias, la vida decidió que no sería tan fácil. Creo que sin importar la agencia en la que trabajes, a muchos nos embarga un sentimiento colectivo de inconformidad, quizá porque estamos en la transición de un mundo laboral dominado por otra generación, con creencias y costumbres distintas a las que los nuevos «godínez» aspiramos. Quizá por eso muchos nos quejamos tanto y exigimos un ambiente laborar donde no sólo crezcamos profesionalmente sino también porque creemos que merecemos un lugar que nos de un crecimiento y satisfacción personal, rodearnos de gente que nos enseñe las bases del negocio y que nos de la confianza de hacer las cosas distintas. En las agencias hay muchas cosas que en todos los niveles nos causa inconformidad, pero que aceptamos porque es nuestro estilo de vida y es el mundo que conocemos y también hay cosas que son inaceptables como la falta de inspiración, de espíritu y de garra por un trabajo que, aunque paradójicamente no sea el más creativo, nos llena y nos hace desvelarnos, levantarnos temprano, mal comer y cancelar todos nuestros planes como a cualquier otra profesión mejor pagada. Porque aceptémoslo, no somos de las profesiones top en dinero, tienen que pasar muchos años para poder vivir holgadamente, pero somos artistas frustrados, apasionados de algo que a muchos no les importa, eso debería de darnos un crédito extra, ya que le ponemos muchísimo de nuestra vida a algo que la gente no le presta tanta atención. Es como estar eternamente enamorados de alguien que ni siquiera sabe que existimos, sad but true. Y bueno, así como el amor son los trabajos, cuando ya no estás totalmente enamorado no tiene caso seguir perdiendo el tiempo, como todos dicen si no eres feliz ¿qué haces ahí? Siempre puedes hacer mil cosas más que llenen tus expectativas y sí, cuando ya no eres feliz en un lugar, persona o trabajo hay que huir para encontrar alguien más que te dé la inspiración que necesitas y te haga reenamorarte. Anónimo. Imagen cortesía de iStock
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