Una amiga me mostró un video de un hombre que desarrolló un dispositivo para poder grabar sus piruetas sobre la nieve con su iPhone. El modelo es un planeador que toma planos 360 grados, aplicando la fuerza centrífuga (). https://www.youtube.com/watch?v=aqncOP7OzMg https://www.youtube.com/watch?v=d45oGNv8H98 Miramos el video asombradas y nos preguntamos: ¿qué tienen este tipo de personas que nosotras no? ¿Por qué son tan creativas? ¿Por qué no se nos ocurren estas cosas? Ella respondió: Curiosidad. Si buscamos sobre la curiosidad nos daremos cuenta que es el secreto de los grandes creadores (tal como diría Leo Burnett) e incluso, es una característica común entre las personas más exitosas. Yo como soy una persona poca curiosa, solo puedo sentirme avergonzada. ¡Es el colmo que una creativa no tenga curiosidad! Sin embargo, encontré que en realidad todos tenemos curiosidad. Es natural en el ser humano. ¿Quién no desesperó a sus papás preguntando el por qué de las cosas cuando era un niño? Pero crecemos y se nos olvida ser curiosos. Nos da pena o temor poner en evidencia nuestra ignorancia. Nos condicionamos a las reglas, normas y conductas sociales. La curiosidad no es “bien vista”. Sean curiosos y busquen la definición de curiosidad en el diccionario y se darán cuenta. Sin embargo, ser curioso tiene muchas ventajas. Yo estoy segura que todos sabemos o nos imaginamos algunas. Así que preferí quedar como “una metida” y escribir sobre cómo despertar de nuevo la curiosidad en nosotros (y en especial, en mí): Primer paso: Desaprender Mantengamos mente de principiante. No hay que dar nada por hecho. Nadie se las sabe todas. Dejar de lado el ego y la soberbia, y aceptar que no sabemos muchas cosas, es lo primero que hay que hacer para abrir la mente. Segundo paso: Creer en sí mismo No subestimarse. Todos somos curiosos y tenemos la capacidad de potencializar nuestra curiosidad. Tercer paso: Observar Practiquemos este ejercicio: De camino al trabajo, busquemos y pongamos nuestra atención en cosas que nunca habíamos visto pero que estaban ahí. ¿Sorprendidos? Cuarto paso: No preguntarse si preguntar La mayoría de veces nos quedamos con la duda. ¿Temor? ¿Vergüenza? Apuesto que les sonará conocida esta historia: reunión de agencia, alguien dice un extraño término en inglés, nadie lo entiende pero ninguno pregunta. No hay que pensarlo tanto, sino lanzarnos. Siempre hay una forma de preguntar sin quedar en ridículo. Exponer abiertamente la ignorancia es una de ellas. Quinto paso: Adquirir el hábito de preguntar Acostumbrémonos a hacerle preguntas a las personas con las que nos encontramos, con el ánimo de descubrir nuevas cosas, pero sobre todo, de escuchar a las personas. Y eso nos incluye. ¿Qué tal si nos respondemos una pregunta al día nosotros mismos Sexto paso: Rodéate de personas curiosas No nos digamos mentiras, somos seres influenciables, las cosas buenas y malas de las personas con las que andamos se nos pegan. Así que es una buena idea, rodearnos de gente con más cosas buenas, como la curiosidad. Imagen cortesía de iStock
Comentarios