“…It was the sea I would go to cry. The sea protected my tears. I talk crazy about the sea. No one can understand why I love the sea so much. The sea has never abandoned me. The sea is the blood of my veins.” W. Eugene Smith. (“…Es al mar a quién iría a llorar. Protege mis lágrimas. Hablo como un loco del mar- Nadie puede entender por qué lo quiero tanto. El mar jamás me ha abandonado. El mar es la sangre de mis venas.”) A veces son carpas con revistas, mientras que en otros lugares se han profesionalizado y son cubículos amplios, con una oferta muy diversa de libros, periódicos y revistas, tanto infantiles como internacionales. Primero eran los bibliobuses, y posteriormente se crearon las bibliopiscinas, donde alrededor del 80% de los títulos ofertados están enfocados a la literatura juvenil e infantil, frente al 20% de los de adultos. E incluso ambos términos llegaron a fundirse, como en Aragón, donde tiene bibliopiscinas itinerantes que viajan por distintas localidades. Sin embargo, el proyecto más peliagudo y ambicioso de todos los relacionados con los libros son las biblioplayas. El funcionamiento es similar al de una biblioteca, se precisa el carnet de las bibliotecas municipales de la zona o en su defecto de un documento acreditativo, y se prestan los libros por un tiempo limitado. La puesta en escena varía según la localidad. Muchas hacen uso de merchandising, como sombrillas y banderas, como es el caso de la Playa Ramírez en Uruguay, el stand de causa el asombro y la curiosidad entre muchos, que lo confunden con el alquiler de sombrillas o incluso los hay que se piensan que los libros son de alquiler o pago. En España son muchas las ciudades que se unen a la iniciativa, Barcelona ofrece más de 180 títulos en la playa de la Barceloneta, e incluso juguetes. A ella se suman Alicante, Nerja, Torrevieja, Gijón, Benicàssim… En Almería, además, realizan encuentros con escritores cada cierto tiempo, lo que permite acercar sus novelas al público. Y las más impresionantes, no por su tamaño sino por su público, son las que conforman el proyecto Bibliomar de Valencia, que incluye entre sus volúmenes libros adaptados a personas con discapacidades visuales o con autismo. Sin embargo, son muchos los países que cuentan además con este tipo de iniciativas. Un ejemplo es la zona de Valparaíso, en Chile, donde han llegado a representar espectáculos con títeres en la playa. En incluso en Tongoy, la biblioplaya contaba con acceso wifi a Internet, para dispositivos propios o los proporcionados por la misma. Tel Aviv, por otro lado, ofrece bibliotecas ambulantes que se sitúan cerca de las playas. Su diferencia radica en que no se requiere ningún tipo de documento para el préstamo, se fían de la buena voluntad de la gente, como el caso de la playa de Metzitzim. En Istres, Marsella, se ofrecen más de 300 títulos en su biblioplaya de diseño, donde la originalidad está en el espacio techado que permite leer a la sombra a quien lo desee. Y si lo que quieren es tostarse al sol en lugares lejanos, les recomiendo que sigan descubriendo aquí más biblioplayas que incitan no solo a leer, sino a viajar.
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