El estilo de vida saludable se ha convertido en una tendencia en auge en los últimos años. Cuidarse es algo admirable y la buena alimentación y la práctica habitual de ejercicio son algo cotidiano para una gran mayoría de la sociedad. Sin embargo, de los publicitarios se dice todo lo contrario.Como en cualquier ámbito, generalizar es un error, pero como todos sabemos para cualquier no publicitario los profesionales de este sector somos seres modernos y bohemios que no sabemos vivir sin nuestro cigarro y nuestro café. ¡Cuánto mal hacen los tópicos a cualquier profesión! Lo cierto es que los publicitarios pasamos el día haciendo ejercicio, y no solo porque vayamos al gimnasio y seamos unos amantes de la vida sana, sino porque nuestro trabajo diario se compone de una rutina de ejercicios que dejaría exhausto al más reputado personal trainer: Todos los días nos sumergimos en una auténtica carrera de obstáculos: nos levantamos de la cama y salimos de casa con el café en la mano y a toda prisa. Al llegar a la agencia, intentamos llegar a nuestro puesto de trabajo pasando inadvertidos, al más puro estilo ninja y sin dejar rastro. Nunca sabes cuándo te puede asaltar un compañero con una reunión inesperada que paralice tu trabajo durante más de media mañana. Si hace falta, también nos convertimos en los mejores espías y nos vamos a realizar un poco de deporte urbano: salimos a la calle y empezamos con la investigación de campo, eso sí, camuflándonos para pasar inadvertidos y no cohibir a aquellos de quienes queremos obtener información. Además, sometemos nuestros cuerpos a unos niveles de adrenalina que ríete tú de los que saltan desde un avión en paracaídas. Presentar nuestras propuestas a nuestro director de departamento o, lo que es más grave, a nuestro cliente, acelera el ritmo cardíaco de cualquiera. Nunca sabes por dónde te va a venir un “me gustan estas dos ideas, fusiónamelas por favor” o un “el logo no se ve casi, ¡mejor que ocupe media página!”. El miedo a presenciar estos y otros chascarrillos son el horror que nos mantiene alerta cada día y a cada minuto, un estimulante más potente que el café. Para potenciar aún más la resistencia de los publicitarios, en la agencia se producen constantemente lanzamientos de ideas entre los miembros del equipo creativo, e incluso entre los miembros de diferentes departamentos si la agencia es pequeña. A este lanzamiento, le sigue el peloteo, que consiste en el intercambio rápido de opiniones, ideas y conceptos. Algunos días incluso, cuando nos sentimos valientes, le echamos valor y entramos al ring. ¿Nuestro contrincante?: el cliente. El boxeo publicitario es algo que se da en cualquier agencia, sea cual sea su tamaño o su especialidad. El equipo de la agencia, por fin, tras semanas y semanas de trabajo, consigue llegar a un acuerdo y en consenso escogen LA idea, aquella que emociona a todo el equipo. Pero no cantemos victoria, la batalla aún no está ganada. Ahora toca enfrentarnos al cliente y, en este momento, como en cualquier otro combate de boxeo, solo puede quedar un vencedor: o salimos airosos y el cliente aprueba la campaña escogida por el equipo, o la rechaza y nos damos de bruces contra el suelo echando por tierra todo el trabajo realizado y asumiendo que, probablemente, el fin de semana se trabajará hasta tarde. Y, como a la mayoría de mortales sobre la faz de la tierra, no hay cosa que más nos guste a los publicitarios al terminar nuestra rutina y obligaciones laborales que quedar con unos buenos amigos para practicar nuestro deporte preferido: el levantamiento de cervezas. Da igual el día de la semana y la hora que sea, siempre estaremos dispuestos a hacer un último esfuerzo y cumplir con nuestro entrenamiento. Sin duda, este es uno de los ejercicios más completos, ya que una sola sesión incluye: risoterapia (la cantidad de músculos que activamos al reírnos es asombrosa), descarga de estrés, masajes en la autoestima y una gran cantidad de ejercicios linguales contando anécdotas. ¿Se puede seguir diciendo que los publicitarios somos seres sedentarios y con malas conductas alimentarias? Imagen cortesía de iStock
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