“La mente es una habitación llena de muebles antiguos”
Dee Hock
La mente humana está todo el tiempo dispuesta a afrontar diferentes retos que nos presentan los nuevos paradigmas sociales. Para ello, es básico que nuestra capacidad de “desaprender” esté activada para interpretar las nuevas reglas que rigen nuestro campo de acción. Diariamente los directivos de mercadeo se confrontan con este tipo de situaciones. Los vaivenes mercantiles, las tendencias Millennials y las explicaciones de los “gurús” se convierten en herramientas para que los jefes de los departamentos comerciales actúen con una planificación plena. La clave sería permitir que la realidad entre en la organización como un río que invade terrenos secos. En los tiempos de hoy la palabra de moda es “adaptar” cuando lo esencial radica en permitir acceso libre a los modelos frescos. Se cambian los vestidos antiguos por nuevos, pero el modelo sigue siendo el mismo. Quizá esta analogía sirva para ejemplificar el escenario al que las empresas se enfrentan. El vacío surge en el espacio entre la intención de rechazar un paradigma antiguo y el amparo práctico de uno nuevo. Tal vez el know how al cual esté acostumbrado la compañía no esté listo para presenciar el marco actual, pero, sí se puede manejar paulatinamente para que las ideas útiles primen sobre las que carecen de importancia. Desde la revolución industrial, han existido 3 premisas que aún gobierna el 73% de las Pymes: ORDEN, MANDO Y CONTROL. Es bien sabido que la estructura jerárquica ha cambiado y ahora la costumbre es manejar a ultranza el método horizontal. Pero, para poder acondicionar el nuevo armazón, es NECESARIO, URGENTE, PRIORITARIO, que el líder sepa usar la inteligencia emocional unida a su capacidad de adaptación para conseguir las metas planteadas. Un proverbio chino establece que “si un hombre incorrecto utiliza un instrumento correcto, en sus manos se vuelve incorrecto”. No sólo se trata de moldear el diafragma corporativo y tomar un lenguaje moderno. El manager debe tomar conciencia del nuevo entorno, para que así pueda crear pensamientos genuinos y dirigir una conducta flexible. La gran dificultad para cambiar se debe a la memoria del trabajo, ya que la información nueva se compara con la información acumulada en el cerebro. Las reglas mentales suelen ser estrictas, rígidas e inamovibles. Para que esto pueda cambiar, el cerebro del manager necesita un dominio sobre su neuroplasticidad, o sea, abrir más espacio en su mente hacia nuevas situaciones y compararlas positivamente con la información nueva y proceder a través de un comportamiento más eficiente. El ejercicio de planear nuevas ideas es desgastante para la mente. Por ello, prefiere permanecer en su zona de confort y quedarse con lo que ha usado. Los nuevos cambios generan nuevas conexiones neuronales, y las nuevas conexiones generan comportamientos diferentes que realzan la capacidad de asombro del individuo. Palabras más, palabras menos, la realidad que cada directivo vive es relativa a su situación actual. Lo que debe ser objetivo y procurar ser siempre permanente es su amplitud de conciencia sobre lo nuevo para que el conocimiento entrante fluya como río y sea expresado en acciones concretos y llenas de sabiduría. Imagen cortesía de iStock
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