Hay quienes consideran que una siesta es fundamental durante una jornada de trabajo; que ayuda a recuperar fuerza, energía y creatividad. Otros declaran que la siesta no funciona, porque solo da ganas de continuar durmiendo, tal vez hasta el día siguiente. Como para sostener la primera teoría, hubo gente muy famosa que usaba la siesta para refrescarse e inspirarse. Entre ellos, Einstein, Aristóteles y Salvador Dalí. Este último hacía la siesta con un método bastante extravagante (claro, era Dalí). El catalán no quería que sus siestas duraran demasiado, por lo que creó este sistema:
- Dormir sentado. (Dalí recomendaba una silla con apoyabrazos.)
- Tener una llave en la mano, sostenida entre los dedos.
- Relajarse y dormirse.
- Al dormirse, la llave se cae de la mano. Hace ruido.
- Despertarse inspirado.
El artista llamaba a este método, de modo bastante literal, “Dormir con una llave”. Para que su “microsiesta” fuera exitosa, ponía un plato en el suelo justo debajo de la llave; así, se aseguraba de que esta iba a hacer el ruido suficiente al caer. Dalí afirmaba que había aprendido el truco de los monjes capuchinos, y lo recomendaba a cualquiera que trabaje con ideas, ya que la microsiesta “revitalizaba el ser físico y síquico”. Este sistema fue incluido en el libro de Dalí “50 secretos de artesanía mágica”, junto con otras perlas como “el secreto de la razón por la que un gran diseñador debe dibujar completamente desnudo”, y “el secreto de los períodos de abstinencia carnal e indulgencia que debe observar un pintor”. Tal vez todos estos secretos fueran solo bromas del catalán. Pero lo cierto es que varios investigadores explican el potencial creativo de la microsiesta, es decir, adormilarse y despabilarse de golpe. La experiencia de este estado de transición entre el sueño y la vigilia se llama hipnagogia. Cuando nos encontramos en ese estado, podemos tener visiones y alucinaciones (formas, patrones, imágenes simbólicas), oír sonidos (por ejemplo, alguien diciendo nuestro nombre) y experimentar sensaciones físicas. Algo así como soñar despierto. William Blake, Keats, Coleridge, Beethoven y Wagner están entre quienes usaron la hipnagogia como fuente de inspiración. En definitiva, la “microsiesta” tiene sus cultores pero, ¿realmente funciona? Algunos dicen que sí lo hace para restaurar la energía pero no tanto para la inspiración creativa. Otros aseguran que una siesta corta (de 10 a 15 minutos) mejora la eficiencia mental y la productividad; de hecho, empresas como Google y Apple permiten que sus empleados lo hagan. Y otros, más ambiciosos, afirman que una siesta más larga (de 10 a 40 minutos) levanta el estado de ánimo y la performance posterior. Ahora solo nos falta convencer a nuestros jefes. Y para eso podemos usar el ejemplo de Salvador Dalí. (Fuente: openculture.com)
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