Para muchos lectores de este espacio no será novedad que a comienzos de este siglo, un nuevo y maravilloso formato para leer contenidos escritos ha nacido. Sus creadores lo han llamado “publicaciones impresas”. Hablamos de una innovadora forma de consumir noticias, novelas y cualquier tipo de narrativa en un formato físico, en hojas de papel con letras e imágenes impresas en tinta que podemos ver, tocar, oler y compartir mano a mano. El párrafo anterior bien podría ser el extracto de algún blog escrito en un universo paralelo, cuyos habitantes estarían descubriendo un invento que podrían considerar uno de los más importantes de su humanidad. ¿No sería esta una invención fenomenal? En el universo que habitamos, tampoco es novedad que las generaciones actuales son testigos de la paulatina muerte de las ideas plasmadas en tinta y papel, ante las bondades de la información en formatos digitales. La crisis de los medios de comunicación ha ocasionado que muchos de ellos se vean en la necesidad de dejar de publicar sus impresos para mudarse a las pantallas, lo que significa no sólo un cambio de formato sino una adaptación en sus maneras de comercializarse y obtener ganancias. Este nuevo panorama de pixeles, ceros y unos, puede resultar poco alentador para los amantes de los buenos impresos, aquellos fetichistas que gozan de terminar con los dedos manchados de tinta después de leer un periódico; esos que aman el olor de un libro nuevo cuando lo desnudan de su celofán, las sensaciones que produce el leer un volumen de hojas amarillentas corroído por la polilla o el placer de tocar el couché de una revista recién salida de la imprenta. Sin embargo, la gente que por convicción o por seguir la moda de revalorar la calidad de los formatos análogos puede alegrarse, pues en plena era digital, una buena cantidad de impresos se niegan a la idea de desaparecer, y mejor aún, otros se atreven a nacer, conscientes de que no será fácil sobrevivir en una época en donde la información se consigue gratis y al instante, y lo que más se consume no es lo escrito, sino lo audiovisual. Un reportaje del semanario The Economist (que aún se publica en papel, por cierto), señala que la crisis de los grandes diarios no es igual en todo el mundo; en el caso de La India, por ejemplo, el número de periódicos impresos se incrementó 23% entre 2005 y 2009. Diariamente, en aquel país de Asia se venden 110 millones de ejemplares de periódicos en papel y los números siguen en aumento, a diferencia de países como Estados Unidos, en donde muchos periódicos de gran envergadura han sucumbido a un hoy no circula permanente. En nuestro México —país que por décadas ha seguido una tradición de medios impresos de gran calidad editorial–, los diarios más antiguos hoy cuentan con flamantes versiones en la web: contenidos interactivos, videos, infografías, audios, streamings, fotogalerías y demás monerías deslumbrantes, pero sus versiones impresas han adoptado cierta resistencia y aún se pueden encontrar puntualmente en los puestos de periódicos. La realidad es que en este país aún hay empresarios, editores y reporteros que se atreven a apostar a que no se apaguen las rotativas, son los diarios que han nacido en medio de la era digital (algunos de ellos con un modelo de negocio que permite su distribución gratuita) como La Ciudad de Frente, Capital Semanal, 24 horas, Publimetro, Más por Más, Mundo Ejecutivo Exprés, Reporte Indigo, El Nuevo Mexicano… entre muchos otros que se me pueden escapar en este momento. Este mismo blog, sin ir más lejos, tuvo la grandiosa idea de lanzar su versión impresa: Roastbrief Magazine, una publicación bimensual que ofrecerá un “análisis y reflexión sobre temas de publicidad, marketing digital e innovación”, iniciativa que por supuesto, se admira y se agradece. Para muchos, pues, el periodismo no sólo tiene que ver con lo viral, los likes, shares y comments; el posicionamiento, el marketing de contenido, los blogs, el brand journalism, las métricas, las ladies, los lords y los contenidos desechables. Si bien el futuro ya nos alcanzó y nadie puede negar que las imprentas tarde o temprano tendrán que bajar el switch, es de admirar el esfuerzo de algunos por prolongar la vida de los formatos en papel y tinta. Larga vida a ellos. AUTOR Óscar Ocampo Vilchis Senior Consultant en Comunicación Spread. Periodista especializado en cultura pop con experiencia en medios impresos y digitales, mercadotecnia digital y relaciones públicas. Amante del humor absurdo. Twitter: @thepor8 Imagen cortesía de iStock
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