Ser parte del mundo publicitario requiere muchas habilidades, al igual que exige tener los sentidos siempre a su máxima potencia para no cometer ese error que logre poner a tu anunciante o a la agencia en el ojo de todo mundo, la llegada del internet multiplicó eso en un mil por ciento. A los usuarios les debemos tratar con respeto, en la actualidad está prohibido tratar de engañarles porque las cosas pueden llegar a un mal término; hoy todos somos parte del “mundo perfecto” y eso exige como decía en el párrafo anterior, tener la habilidad de aprender a no cometer ningún tipo de error. Si nos enfocamos específicamente en las plataformas digitales no me pueden dejar mentir que vemos a los cazadores listos para ver las acciones equívocas que se cometen día a día, esto le ha dado una posición delicada a los anunciantes en relación con su contenido publicitario. La relación que ahora se mantiene con todos los consumidores se ha vuelto muy delgada entre el cubrir una necesidad y complacer a cada persona que tiene una mente única. Las tendencias mundiales nacen a cada momento, cambian de manera muy rápida pero no lo suficiente para evitar que esto afecte a cada marca que se ve inmiscuida. Formar parte de una interacción social le ha pedido a cada anunciante el buscar cómo establecer una comunicación bidireccional, a lo cual me permito decir el día de hoy que solo unos pocos han logrado con éxito y esto gracias a su posición de conocimiento de marca en la mente de sus usuarios. En la actualidad los profesionales de la publicidad somos objeto de la máxima admiración, tenemos los ojos encima para ver cómo resolvemos las crisis digitales, cómo mejoramos la reputación y el posicionamiento de los anunciantes que confían en nosotros pero también somos parte de un objeto de crítica social en el cual ya contamos con expertos en todas las ramas, que conocen mejor de publicidad que como nosotros lo hacemos, saben mucho más de cada tema que nunca nadie supo hacerlo. Hoy estamos en la mayor época de influencers sociales jamás vista, las marcas buscan diariamente un nuevo representante que hable de sus productos para que impacten de mayor forma en el corazón de las personas, pero hasta comienza a ser una dificultad porque los mismos influencers no nos ayudan a hacer la chamba para la que fueron contratados (Véase el caso del novio Kardashian) y esto nos causa mayor fragilidad en el momento de buscar alcanzar los objetivos de cada anunciante, en otras palabras nos joden en lugar de ayudarnos. Desafortunadamente el mundo digital no solo vino a romper las barreras de comunicación entre los usuarios y las marcas, sino que ya permitió rebasar la línea entre anunciante y anunciado para llegar a una fraternidad que rompe el respeto entre lo mal anunciado con un simple capricho social, un ejemplo de ellos es lo que pasa con los Lords y las Ladys que son mal empleados a comparación de su significancia original, el día de mañana no les extrañe que ponga a una entidad moral este mote por el simple hecho de no sentirse a gusto con lo que les ha sucedido hacia su experiencia de marca. Debemos cuidar la forma en cómo hacemos las cosas, lo que publicamos, lo que dejamos de publicar, sin duda el mundo 2.0 llegó a exigir la perfección de aptitudes y características de las marcas.
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