Dos comerciales, ambos de una misma agencia, si bien distintas en sus objetivos, mantienen un mismo hilo, o mejor dicho (ya que este domingo se celebra el Día de la Madre en Perú), cordón umbilical. En el primero, un joven, acercándose a los treinta, le pregunta a su madre sobre el WhatsApp y ella lo confunde con wasabi, lo que hace concluir a su hijo que debe entrenarla al estilo rocky para estar lista a someter al celular análogo (nótese el detalle de la foto en el espejo) y pueda integrarse al mundo digital. https://youtu.be/Y8efXC7L2LQ Sin ser muy profundo, este spot posee un recado sugestivo: en algún momento de nuestras vidas nuestros padres dejan de enseñarnos todo, para que nosotros les ayudemos a ser parte de “la actualidad”. Aquí la equivalencia es por una renovación tecnológica, pero creo que hay algo más de eso. Los padres cuando llegan a cierta edad amplían la distancia no solo de espacio sino de tiempo. No vuelven a tener contacto con sus hijos como antes. Es parte de la naturaleza, no es que haya algo erróneamente malo de por sí. Este comercial también nos dice que podemos estar cerca a nuestros padres físicamente, pero a años luz de distancia en cuanto a la comunicación. Usualmente estos mensajes no llegan a la primera, hay que ver el spot un par de veces para asociar ese segundo encargo. El otro comercial apela creo que más a la culpa que a la nostalgia. Una adolescente que no hace caso a la madre cuando le pide que se lleve una casaca al salir y luego una voz en off diciéndote “qué va a saber tu madre de algo…” y comienza la lista de cosas que solo una madre puede y sabe hacer. A mitad del spot ya entiendes de lo que se trata. https://youtu.be/IuHqS9bprAk Dicen que hasta los 40 años las personas nos creemos inmortales, básicamente porque no solemos ver morir a nadie cercano hasta esa edad. Supongo que de eso tiene este spot. La culpa es junto a la nostalgia sentimientos que no puedes arrinconar de tu mente, y usualmente no es nada bueno ni sanador el hecho que dependas siempre de ellas. Como una piedra de toque que intentamos no tentar. La culpa no te lleva a tus recuerdos más simpáticos, y es allí donde reside la potencia del mensaje. Todos, queriendo o no, hemos en algún momento tratado mal a nuestra madre. Que nos lo recuerden en éstas fechas no es que sea un golpe bajo, pero sí duele. Éstos, juntos a otros comerciales alusivos aparecen en medio de nuevos estudios sobre la madre moderna, la que trabaja y compra con tarjeta, la que hace la lonchera basándose en nuevas dietas nutritivas mientras revisa la compra de la semana en un iPad. La que se compra ropa de temporada, la que también sale a pasear, la que está divorciada e intenta rehacer su vida. La que nos dice todo esto en un stand up comedy. Pero, valgan verdades, este perfil no es algo que todavía queremos ver. La madre, esa entidad sagrada y totémica de nuestra sociedad latina, sigue siendo figura eterna de veneración. Ciertamente la publicidad ha ayudado a humanizarla un poco, pero solo un poco, porque sus acciones rozan la santidad. Y claro, es difícil no pensar así. ¿Acaso hay otra persona que, incluso enferma, pueda levantarse a las tres de la madrugada y caminar cuadras enteras buscando una farmacia para comprarte esa única pastilla que te hace bien para la gripe mientras tú gritas porque nadie te atiende? ¿Hay alguien que a pesar de tus rechazos siempre te dobla la ropa y espera a que te vayas para ordenar tus cosas? Y cuando la tienes lejos, ¿crees que por llamarla por teléfono es suficiente? Y cuando ya no están, ¿crees que por llevarle flores te olvidas del tema? El Día de la Madre no es solo una fecha especial para vender flores, electrodomésticos o renovación de equipos móviles. Quizá sea una fecha tonta que alguien inventó para empezar bien el segundo semestre del año. O quizá no. También puede ser una fecha diferente. Más que prestar atención las ofertas frente a las vitrinas, enséñale a cómo comunicarse rápidamente contigo y al salir lleva – aunque no lo uses – una casaca. Intenta que los próximos años que la tengas viva hacerle un poco más feliz cada día, porque las promociones y la publicidad y los mensajes de cariño y el 2×1 seguirán y durarán para siempre, con una marca o con otra, pero no todos los años que nos quedan tendremos a nuestras madres al costado. Los comerciales pueden tener un gran mensaje en 30 segundos, la ventaja es que un abrazo puede durar todo el tiempo que quieras.
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