Hace apenas una semana estaba sentado cómodamente en el glorioso Estadio Olímpico México 68, cuando por obra de la causalidad, a mis espaldas se sentaron un trio de “creativos” que sin pena alguna empezaron a mamonear su chamba y a quejarse amargamente de la misma. En su muy típica y aburrida plática destacaban que no les dejaban hacer cosas “chidas”, que pretendían mandar “piezas” a la región para demostrar que tenían nivel “Cannes”, que el amo creativo ya no se metía en el trabajo por estar pedereando y haciendo relaciones públicas… básicamente hablaban de las mismas pendejadas que se habla desde hace 20 años (que poco creativos). Nada de esta plática me hubiera causado el menor interés hasta que uno de los tres “destacados creativos” hizo referencia a otro colega que no estaba presente, lo mencionaban como un güey “bueno” (solo bueno, nada deslumbrante para ellos) que hacia cosas cumplidoras, pues su estilo era muy “vendedor”. Este último adjetivo lo utilizaban en un tono peyorativo, como si hacer cosas vendedoras tuviera muy poco valor, imagino que el término lo utilizan cuando un trabajo (o una “pieza” para darle ondita) cumpliera con las necesidades del cliente pero no es suficiente para poderlo ir a mamonear en concursos internacionales. Los “gurús creativos” menospreciaban el trabajo de sus compañeros porque las cuentas para las que trabajaban eran o comida de perro o la firma de electrónicos coreana. Me queda claro que este trio de animales no sabe (ni aprecia) que su sueldo sale de esa marca de celulares. Esta peculiar anécdota se une a que dos semanas atrás daba una plática en una universidad y uno de los estudiantes me preguntaba cómo evitar este tipo de jaladas si en la agencia los obligaban a ser “proactivos” (elegir un cliente y hacer anuncios que tuvieran la “calidad” para entrar en concursos), la verdad es que no tuve respuesta, no sé cómo los creativos van a dejar de mamar. Si en lugar de mandar cartas quejándonos por que los clientes ponen a pitch sus proyectos (que en realidad estos son concursos que sí deberíamos dedicarle tiempo y preocuparnos por ganar, y que tal vez solo se ganan con cosas “vendedoras”) nos preocupáramos por darle valor a nuestro trabajo, haciendo que la publicidad se enfoque en su más pura necesidad, que es “vender”; si en lugar de preocuparnos por hacer una “pieza ganadora”, nos preocupamos por conocer a nuestro público objetivo y ofrecer una comunicación de calidad entre consumidor y marca, tal vez ese día nos bajemos del tren del mame. Invito a todos los creativos que van al estadio, que antes de entrar, dejen sus mamadas en el estacionamiento, y en lugar comentar sus “maravillosas piezas” se limiten a gritar GOOOYA, GOOOYA, CACHUN CACHUN RA RA, CACHUN CACHUN RA RA, GOOOYA, UNIVERSIDAD. Imagen cortesía de iStock
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