¿Qué hacer si la publicidad no cumple con principios básicos como legalidad, veracidad, honestidad, respeto? ¿Si las empresas no se rigen por una competencia justa, cuidado del ambiente o protección a la infancia? Para que las empresas cumplan con estas medidas existe la autorregulación publicitaria, una herramienta legítima que busca principalmente informar al consumidor sobre productos, bienes y servicios. La autorregulación publicitaria también tiene por objetivo fortalecer la libertad de expresión comercial, fomentar la libre competencia, multiplicar las opciones para el consumidor, así como reflejar la responsabilidad de la industria. Es un medio eficaz para velar que el sector actué con imparcialidad y transparencia, tomar las mejores resoluciones y decisiones a fin de atender a todos los involucrados en el quehacer publicitario, ya sean empresas anunciantes, agencias de publicidad, medios de comunicación, consumidores y autoridades. En México existe el Consejo de Autorregulación y Ética Publicitaria (Conar) que tiene como objetivo apelar a la aplicación del marco legal dentro de la industria para promover la competencia justa, ejercer la autorregulación publicitaria entre sus afiliados y dirimir controversias entre anunciantes. Fue creado en 1996 por empresas anunciantes, agencias de publicidad, medios de comunicación y asociaciones, como un organismo autónomo de la iniciativa privada para actuar como conciliador en controversias publicitarias. Empresas como Unilever, Bimbo, Coca-Cola, Alpura, Bonafont, Colgate Palmolive, Danone, Ferrero y Grupo Herdez se regulan con base en un Código de Ética que contiene como principios: Legalidad, Veracidad y Honestidad, Respeto y Dignidad, Competencia justa, Publicidad comparativa, Salud, Bienestar, Cuidado del medio ambiente y Protección a la infancia. A decir de José Luis Barros Horcasitas, su presidente, la publicidad es una herramienta eficaz para difundir información de cualquier sector, sin embargo reconoce que la industria publicitaria ha sufrido amenazas del segmento prohibicionista, quienes imponen qué decir qué hacer, qué pensar, y por ende qué consumir, por lo que llamó a la industria a integrar un frente para rescatar el verdadero valor del sector. Este organismo representa a empresas que en conjunto significan alrededor de 95 por ciento de la inversión publicitaria. El valor de la industria equivale aproximadamente a 0.74 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de nuestro país. Según sus propias estadísticas, en 25 años el Conar ha monitoreado 8.5 millones de spots, principalmente relacionados con alimentos y bebidas, bebidas alcohólicas, medicamentos, servicios para la salud, cosméticos, productos de higiene y cuidado personal, remedios herbolarios y suplementos alimenticios. En materia de controversias publicitarias, la Comisión de Análisis Publicitario del organismo ha registrado más de 700 casos, de los que 35 por ciento fueron resultado del monitoreo, 45% a petición de parte y 20% interpuestos por consumidores. Al autorregularse, el sector se posiciona con una imagen de confianza y logra un prestigio derivado de la responsabilidad social que implica la publicidad, representación ante las autoridades regulatorias, participación en la generación de propuestas legislativas, vinculación con cámaras y asociaciones de la industria, pero sobre todo, impulsar una competencia justa en beneficio del consumidor. AUTOR Azucena Suárez Periodista y publirrelacionista con experiencia en posicionamiento de marcas corporativas. Inicié mi carrera en Comunicación Integral a cargo de cuentas como Ediciones Larousse, Disney Channel, Banorte y Unilever. Directora de cuentas en Comunicación Spread, agencia de inteligencia mediática y relaciones públicas que atiende marcas como RSA Seguros México, Concur, Biometría Aplicada, Creatividad, SEDI, El Tizoncito, y Pane En Vía. Imagen cortesía de iStock
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