Una tendencia que ha crecido en los últimos años en los nuevos publicistas y en las exigencias de las empresas y agencias es la del publicista “todero”. Así pues, llegan a las agencias un diseñador, ilustrador, copy, diseñador web, editor de vídeos, ejecutivo y hasta planner si lo dejan. Realmente no considero que sea imposible lograr tales hazañas, todo con disciplina se puede lograr, pero sí es de cuestionar si realmente es esto lo que se necesita. Principalmente en las empresas se están buscando practicantes de publicidad que, además de contratarlos como si hubieran estudiado diseño y no publicidad, se les pide que tienen que poseer una cantidad de habilidades, lo cual segmenta sobre manera la cantidad de aspirantes a ciertos cargos o, por el contrario, resultan muchos que dicen tener tales capacidades, pero que al final solamente poseen una vaga idea de las mismas y terminan desarrollando trabajos mediocres, fuera de eso se les contrata por un sueldo excesivamente inferior en relación a las aptitudes que se le pedía tener. ¿Vale la pena sacrificar el profundo conocimiento de una rama específica de la publicidad para poder ser tan polifacético? Me he encontrado con muchas personas que se sienten realmente orgullosos de poseer tantas habilidades, sin embargo podría decir que su trabajo es medianamente aceptable, no llega a ser impactante ni revolucionario, no destaca. He de aclarar que no significa que el publicista no deba aprender de todo; gran parte de nuestro arte nace de nuestra capacidad para diversificarnos, pero pretender que una sola persona pueda ser una agencia de publicidad es terriblemente ambicioso y erróneo. Un publicista independiente debe dedicarse específicamente a las cosas que mejor sabe hacer; y cuando desconoce un campo puede convertirse en un puente entre el cliente y la persona que realmente puede ejecutarlo. Al final todos ganan. Al final no se trata de si “X” persona posee muchas o pocas habilidades, se trata de qué tan bien sabe aplicarlas para generar productos de calidad. Debemos evitar vendernos como unos maestros en mil y una cosas, porque eso hace disminuir el valor de nuestro trabajo sobre todo cuando dicha persona queda mal con lo prometido a la empresa. Seamos más consecuentes con lo que podemos lograr; es más reconfortante tener 2 o 3 productos excelentes que 10 o 20 que realmente no llenan las expectativas. Por último, gracias a Edison Cardona por ser parte de la inspiración de este artículo, gracias a su frase: “desconfío de alguien, en publicidad, que me diga que es capaz de hacer muchas cosas de manera excelente, porque probablemente las haga pero no con la calidad que estoy buscando”. Imagen cortesía de iStock
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