Hace más de 500 años, cuando mi suegra era una adorable niña, cobraba fuerza dentro de la iglesia católica una organización que había nacido unos 200 años atrás en Francia, y que luego en la monarquía hispánica, se consagraba como la máxima castigadora de los herejes católicos que existían en esa época. La Santa Inquisición. Según lo que recuerdo de las macabras clases de historia universal durante mi alterada formación como bachiller en humanidades, el profesor Betancourt, (que Dios lo tenga en su santa gloria), un octogenario sabio de la cultura general, con un inmenso corazón pero escasa paciencia para este servidor, nos contaba que en la era medieval, existía en una especie de tribunal donde se congregaban los más destacados y honorables hombres de la ciudad y recibían denuncias que señalaban a aquellos católicos que faltaban a los mandamientos de la Santa Madre Iglesia, o peor aún, a aquellos que querían abandonar el barco del catolicismo para profesar otras religiones. Entonces, en aquella época, los pecadores eran primero sometidos al escarnio público, los ponían en medio de las plazas centrales de los pueblos y con látigos les castigaban durante horas, luego el tribunal dictaba sentencia, dependiendo de la gravedad de la falta cometida, y si la muchedumbre pedía la cabeza del pecador, entonces el tribunal, siempre fiel al clamor del pueblo, hacía que un verdugo dejara caer el filo de una guillotina sobre la humanidad del individuo quien pagaba con la vida, el haber cometido una falta. En el 2016, la historia no es muy distinta, y pareciera que la frase “todo lo que publiques será usado en tu contra”comienza a cobrar fuerza dentro de las polémicas y tan necesarias redes sociales. Han sido muchos los casos, inclusive hay ya dueños de categorías especiales dentro el mundo del bullying en las redes, como el caso de las ilustres Ninel Conde y Andrea Legarreta, a quienes se les atribuyen, con o sin razón, las más aterradoras frases y expresiones chuscas del mundo de la literatura urbana de todos los tiempos. Los navegantes de las redes sociales se convierten, como en los tiempos medievales, en miembros del tribunal de la Santa Inquisición y entonces aprovechan cualquier descuido, cualquier error, cualquier “pecado”, de cualquier persona, ahora sí que, sin importar religión, credo, raza, partido o color, para darle con todo, inclusive, hasta causar daños que podrían considerarse como irreparables. Recientemente dos exponentes de la música popular mexicana, Gerardo Ortíz y Julión Álvarez, recibieron golpes por parte de quienes viajan por el mundo de las redes sociales, hombres y mujeres navegantes quienes de la noche a la mañana se convirtieron en eruditos defensores de los derechos humanos, en expertos en temas de misoginia y analistas de producciones de video, y entonces con garrote en mano, perdón, con teclado en mano quise escribir, golpearon duro y a la cabeza de estos dos artistas quienes montados a la ola del entretenimiento que causa su música y estilo, uno participó en un video polémico y el otro respondió a pregunta expresa que le gustan las mujeres que sepan trapear. Respecto a Gerardo Ortíz se le critica porque en su video hay imágenes que podrían incitar a la misoginia, a la violencia o incluso a fomentar los feminicidios. Yo vi el video y después de hacerlo me acerqué a una amiga, la miré fijamente y le di un beso y una abrazo, no sentí nunca el deseo de asesinarla, ni de ahorcarla, ni de meterla en el baúl. Caso contrario me pasa cuando por error o por trabajo, he tenido que ver alguno de los programas de LAURA o los de CASO CERRADO, en donde son comunes los temas como “Mi padrastro me hace el amor cuando mi mamá no está en casa, y me gusta”, o temas como “Le fui infiel con su hermano y ahora los amo a los dos”, entonces ahí, en esos programas si me dan nauseas, se me revuelve el estómago y me dan ganas de darle dos cachetadas a quien puso al aire semejante porquería de programas. Eso sí me incita a la violencia fíjese. Y con respecto a Julión, pues no lo culpo, a mí también me gustan las mujeres que sepan trapear, que les guste cocinar y que lo apapachen a uno, y no soy machista, ni misógino. Y si le preguntan a mi esposa, a ella le encanta un hombre que le guste cocinar, que le ayude con las labores del hogar y que le ayude a cambiar los pañales a los niños, y ella no es feminista. En fin, todos estamos expuestos al nuevo Tribunal de la Santa Inquisición, unos por más otros por menos, y otros tantos por nada. TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN: Yo creo que lo de Gerardo Ortíz y lo de Julión Álvarez, es una cortina de humo orquestada por Chabelo, Peña Nieto, Legarreta, Ninel Conde y Carmelita Salinas con la intención de que se olviden por unos días de ellos y se fijen en este par de talentosos, brillantes, mágicos y multipremiados exponentes de la música popular mexicana. Al final del día, “quien esté libre de pecado, que lance la primera piedra”.
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