“Y creo que muchos escritores de novela negra tienen que sentir alguna clase de simpatía o identificación con los criminales, pues, de no sentirla, no se verían emocionalmente involucrados en los libros que escriben.”
Patricia Highsmith.
La novela negra o criminal, alejada del suspense o género policíaco, surgió con Raymond Chandler y su ensayo El simple arte de matar. Con personajes más reales y controvertidos, sin límites entre el bien y el mal, la novela negra destaca principalmente porque busca transmitir la sensación violenta de ahogo interior y el ambiente del criminal, su motivación interior; en vez de la resolución del delito. La ética queda siempre relegada un segundo plano, alzándose la moral en todos los aspectos posibles. Una de las características de este tipo de novela, especialmente en sus comienzos, era la figura de la buena y tonta femme fatale, una perfecta seductora y protagonista, ya bien por su papel como criminal o como investigadora. A ella se le suma el cliché de hombre alfa y solitario bebedor de whisky que resuelve e investiga con y sin las leyes. Sin embargo, estos modelos de personajes están en pleno cambio de imagen. Como si de una de marca de refrescos se trataran, varias escritoras desde mediados del siglo XX han conducido a un lavado de cara muy actual, que rompe los esquemas tradicionales gradualmente, sin resultar que rechine ante los ojos del lector y sin llegar a ser ciencia ficción. Sutil, sofisticado, como los nuevos anuncios de Mercedes (¿hay alguien que piense que actualmente solo los llevan ancianos ricachones?). Este prototipo de mujer ha cambiado con el tiempo, gracias a escritoras como Patricia Highsmith. Ésta, aparte de escribir Extraños en un tren y El talento de Mr. Ripley, es autora de la obra Carol. En esta última, mucho menos conocida, retrata el desarrollo y el éxito de una relación lésbica, hecho muy juzgado y criticado en su época (muchas editoriales la rechazaron y tuvo que publicarla bajo pseudónimo). Otras escritoras de la talla de Highsmith han supuesto un gran cambio de imagen en la figura de la mujer en la novela negra, como Vera Caspary (quién muestra esa evolución en sus personajes femeninos tanto en sus novelas como en sus guiones) o Margaret Millar. Ésta última, quién publicó al igual que su marido bajo el pseudónimo de Ross Macdonald (aunque finalmente fue él quien se quedó con el distintivo), da un giro a los personajes tradicionales en La bestia se acerca. En el actual panorama literario, gran cantidad de escritoras se acercan a un nuevo modelo de mujer, a una dominatrix de la novela negra. Algunas de ellas son:
- Sara Paretsky y su personaje I. Warshawski, como en Detective con medias de seda.
- Christa Faust, con obras como Hoodtown, Choke Hold y Money Shot (traducida en español como A la cara) y su personaje Angel Dare, antigua estrella del porno.
- Megan Abbott, más pragmática y con una destacable influencia de Jim Thompson y las revistas pulp, sus novelas y relatos cortos son en ambientes bruscos y violentos. Es reseñable Reina del crimen, de la cual os dejo un pequeño adelanto aquí.
- Vicki Hendricks, y su Poesía Cruel, es un entramado de personajes llenos de obsesiones, secretos e instintos violentos. Electricidad sexual en palabras.
Los géneros literarios también sufren cambios de marca. ¿Se ocultan tras ellos grandes publicitarios? Elia Prieto Imagen cortesía de iStock
Comentarios