El titular de este artículo surge de la idea de que nosotros los publicistas y me incluyo en ello, hablamos de los consumidores como si se trataran de gente distinta a nosotros, como si fueran extraterrestres a los que les preparamos estrategias para que consuman nuestros productos y servicios. Pareciera que se nos pasara por alto en algún momento que nosotros además de publicistas somos también seres humanos que tenemos necesidades y que somos también susceptibles a los estímulos publicitarios. Es importante entender que sin caer en subjetividades, podemos utilizar nuestras propias percepciones para evaluar de qué manera será percibido nuestros mensajes, desarrollar las ideas siempre apelando a lo más sensible del ser humano, que son las emociones, las personas recuerda durante mucho tiempo solo las cosas que las emocionan, y si la emoción es grata genera sensaciones que ayuda muchísimo a las asociaciones de las marcas. Cuando pensamos en desarrollar un concepto creativo, hasta incluso el momento en que corresponde llevar a cabo las campañas en los soportes de medios, debemos pasar por el proceso interno y de empatía con nuestro público objetivo, con la finalidad de que realmente logremos entender a profundidad su entorno, qué les apasiona, cómo pasan su día, reforzar con estudios etnográficos que permitan entender de qué manera pueden recibir de forma más eficiente nuestros mensajes, y lo más importante lograr una respuesta positiva para que sea digerido como esperábamos y logremos romper la frontera que quizás tenía el consumidor con nuestra marca. El éxito será proporcional a la profundidad con que conocemos a nuestro consumidor, quien en estos tiempos se conecta a una marca y le guarda fidelidad es porque siente que están alineados sus valores y creencias más profundas y para lograr esto hay que entrar en la pirámide transcendental del ser humano, los invito a que siempre pensemos qué sensaciones logran las marcas con quien más nos identificamos y reflexionemos sobre cómo lograron llegar hasta allí con nosotros. Imagen cortesía de iStock
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