Los roles laborales en una agencia parecen estar definidos por el curriculum vitae; con frecuencia nos encontramos gente pidiendo empleo en determinado rol o gente ofreciendo empleo para determinado rol y casi siempre, se obvian las destrezas, los deseos, las cuestiones que están en la hoja de vida y se consideran prioritarios la formación profesional y la experiencia laboral como antecedentes únicos para situar en un espacio, encuadrado y diseñado para ese perfil, dentro de una empresa cuyo negocio es la creatividad, ¡vamos! En una agencia, hoy en día, hay mucha gente trabajando, algunos en el ámbito de cuentas, otros pocos en el de creación, algunos más en social media, crm, producción, presupuesto, en fin, de acuerdo al perfil de la agencia habrá más o menos departamentos y más o menos gente ocupada en su rol dentro de la agencia; pero ¿qué pasa cuándo a las puertas de la agencia llega alguien que quizás toda su vida ha sido, digamos, community manager? Seguro, el entrevistador le hará algunas preguntas enfocadas en un perfil ya prácticamente escogido; determinará su idoneidad, pero esa persona no necesariamente ha ido a repetir lo que ha venido haciendo hasta ese momento; ¿le pasó por la cabeza a alguno de los dos ir más allá de la pregunta formulada y decir por qué no quisiera ser más community manager o por qué había dejado de serlo? Quizás, digamos, ha sido una persona con mucha experiencia en cuentas, llega a la empresa y de inmediato parecen haber conseguido oro; pero ¡un momento! Una agencia es una empresa que necesita clientes, es cierto, pero más importante que tener clientes a veces es tener materia prima, es tener quién produzca, y el recurso clave en una agencia es la creatividad. Todos en una agencia deberían saber hacer un poquito de todo; todos deberían tener la capacidad de ponerse en los zapatos del otro; los estereotipos de una agencia, que tanto daño a veces le hacen a la publicidad, se perpetúan en la medida en que las agencias los promueven, parecen sentirse orgullosas de ellos; ningún estereotipo es saludable, ciertamente habrá ciertos gustos y preferencias vocacionales, alguien que estudió diseño gráfico tenderá a darle a su trabajo una calidad más irreverente, sus respuestas quizás no sean las que el cliente espera escuchar, tal vez el hablar de un diseñador o sea muy tímido o sea muy rudo para compensar; pero siempre es bueno que la agencia incentive en sus miembros la imaginación, que obligue a todos los que creen estar fuera de la caja a estarlo de veras. Y todo comienza al momento de contratar, o gran parte se da ahí; la empresa, parece no tener tiempo para enseñar, quiere que sus empleados vengan aprendidos, solo necesita gente para entrar en un proceso ya empezado y que no puede corregirse, perfeccionarse, detenerse, es una inercia que acaba por convertir la creatividad en solo estandarización; termina por hacer de las agencias fuentes de producción de premios que acentúan estereotipos; porque quienes ganan premios son los creativos, y los creativos se vuelven una casta, intocables, incomprendidos, se inflan de orgullo, pero jamás serían capaces de convencer a un cliente de aceptar un presupuesto que sobrepase el estimado o quizás no podrían entablar ni dos minutos de conversación con una audiencia iracunda que reclama por un mal servicio a través de la red social. La reiteración no es ociosa, es vital que las vocaciones se respeten, que se llenen con contenido que satisfaga, pero también es importante variar, enriquecer, convertir a la vocación, más que en una excusa para no hacer otras cosas, en una razón de peso para aprender más de lo que se sabe y hacer otras cosas, inyectarle a esas otras cosas la pasión que se tiene por la vocación y entonces, habremos tenido un acierto en construir una empresa dedicada a la creatividad, antes que al negocio de la publicidad. Imagen cortesía de iStock
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