Antes de iniciar la lectura de este artículo, cada uno de ustedes generó una mezcla de procesos cognitivos y comunicativos creando un pensamiento previo al contenido. Este ejercicio natural y sucesivo, es definido por los humanistas como el conocimiento ingenuo frente a un objeto o realidad del que solemos crear una imagen en la mente. Desde la prehistoria, y considerando la extremidad en la manera como los primeros habitantes observaban su entorno para comprenderlo y sobrevivir; las ideas que se fecundaban en las mentes humanas no se podían escribir, por ello las palabras recorrían escenas salvajes inspirando murales o pinturas sobre las superficies, a partir de pigmentos naturales. Estas primeras concepciones arraigadas en una comunicación visual, hoy navegan en la multiplicidad de matices que nos presenta el diseño gráfico, para recrear trabajos de suma utilidad que combinan técnicas y creatividad, informados a partir de la realidad que nos converge. Dichas premisas introducidas en la sociedad actual, nos revelan las variadas expectativas de las personas: diversidad que está envuelta en la observación y las ideas que organizamos sobre eso que vemos, y que finalmente nos llevan a tomar una decisión. Esto significa, que esencialmente para conocer tal parecer de las personas, es necesario estudiar y caracterizar el conjunto de imágenes ingenuas que producen las personas para fundamentar la comunicación desde lo visual; proceso en el que las imágenes cándidas entran en contacto con la cultura social y las metas empresariales. En un mundo donde la comunicación tiene suma importancia social y económica, los diseñadores gráficos deben generar procesos coherentes, que permitan motivar a las personas para que expongan las ideas que tienen sobre algo y que dichos pensamientos pasen de considerarse ambiguos a convertirse en un “gancho ciego” que refuerce la fidelidad de los clientes con una marca o servicio. No es algo complejo, es todo un reto. A menudo escuchamos que aún varios creativos de la publicidad y el mercadeo se valen de “técnicas moribundas” basadas en idealizar un resultado; cuando lo fundamental está en la primera imagen que proyecta el cliente sobre el producto o servicio, que debe ser “trabajada” para conseguir resultados satisfactorios. De esta manera, algo que nació en la prehistoria se mantiene en nuestros días: la relación natural del diseño gráfico y las imágenes que hacemos en nuestra mente sobre algo, ilustran todo el interés que tiene el análisis del contenido comunicado y que representa los haberes comunes. Efectivamente, las imágenes ingenuas están siempre presentes en la comunicación y en los diseños, participan de manera activa en la construcción de campañas exitosas que se focalizan en la atención real del cliente antes de que lo sea y aun siéndolo. En este sentido, las representaciones gráficas producto del pensamiento, pueden ser consideradas como un insumo vital para cualquier organización y tiene un carácter premonitorio. Finalmente, al vivir en una sociedad retada a pensar y construir realidades, sin lugar a dudas, los diseñadores gráficos son referenciados como inductores de valor en este reto social y empresarial. Espero haber ilustrado el concepto y usos de las imágenes ingenuas… hasta la próxima. Fuente imagen: gettyimages
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