Tepito, conocido en México como el “Barrio Bravo”, es un lugar dedicado al comercio desde tiempos inmemoriales. Es decir, que en esta localidad vendían e intercambiaban productos desde antes que la publicidad y mercadotecnia existieran, por lo que sus habitantes se las ingeniaban para convencer a sus compradores sin utilizar técnicas de shopper marketing o discursos publicitarios. Y estas técnicas han ido evolucionado con el tiempo, pero siguen siendo igual de efectivas que hace algunos años. Por este motivo quise sacarlos por unos momentos de sus agencias para llevarlos a pasear por las calles de Tepito, para enseñarles algunas cosas que he aprendido en este lugar y que me han servido en mi vida como publicista. ¡Qué comience el paseo! Organización – ¿Dónde está el pasillo de la ropa joven? Lo primero que aprendí al visitar Tepito es que, sin importar si se trata de un tianguis, un supermercado o una tienda de ropa de lujo; la organización es parte vital del mercadeo, pues no hay otra manera de hacer llegar tus productos al target indicado sin este recurso. Por este motivo, el tianguis de Tepito está organizado en pasillos; como el pasillo de electrodomésticos, videojuegos, ropa, juguetes, relojes, películas y más. Pero ojo, en el tianguis no hay ningún material publicitario que te lo indique, por lo que no existe otra manera de conocer todos los pasillos que caminando entre ellos, pero hazlo con mucho cuidado, porque aquí los “robos” no son con los meses sin intereses, sino con amantes de lo ajeno. El cliente siempre tiene la razón – ¿Este reloj Polex es original? ¡Claro que sí güero! En mis múltiples visitas, me ha tocado ver de todo mientras me acerco a los puestos del tianguis. Pero tal vez la que más se repite es la del “marchante” intentando convencer al cliente. Debo decir que esto es todo un “arte”, pues el vendedor siempre deja hablar primero al cliente para identificar sus necesidades y responder de manera afirmativa a todo lo que éste le pide. Por ejemplo: Cliente: Disculpe, ¿cuánto cuesta esta playera? Vendedor: Ésa está a $100 pesos güerita. Cliente: Pero… ¿Si es Mango original? Vendedor: Claro güerita, fíjese, aquí está la etiqueta. Nota: Si el cliente cae con el cuento de la etiqueta, entonces la compra está cerrada. En caso contrario… Vendedor: La verdad es que estás me llegan de saldo, si va a Liverpool cuestan como $700 pesos. Nota: Esta es una gran movida, pues el vendedor va directo al ego. Pero aún tiene un último recurso en caso de que esto falle… Vendedor: Se lo dejo en $90 pesos, ya para que se la lleve güerita. Nota: Siguiendo el curso de esta conversación, la venta estaría prácticamente cerrada, pues el vendedor habría convencido al cliente, en base a la identificación de sus necesidades, y lo habría orillado a realizar una compra de impulso, debido a la “ganga” que representaba el precio. Ojo, en este caso solo debemos poner atención a la técnica de persuasión, pues en realidad el vendedor estaba engañando al cliente, lo cual en el ámbito profesional jamás debemos hacer. Creatividad – “Clonbuster”, las mismas películas a un mejor precio Cuando caminas por el “Barrio Bravo”, la creatividad es algo que está en cada rincón del lugar, ya sea en un anuncio o en el discurso de los llamados “gritones”, quienes hacen uso del albur y temas de tendencia para llamar la atención de los compradores. Entre las cosas que se pueden leer o escuchar hay puntadas como “Bienvenidos a Tepisur”, “Ayer en Liverpool, hoy en Tepito, así es la vida”, “Barato, barato, pero no me pregunte si es original”, “Fúguese de su casa con la playera del Chapo”, entre otras. La creatividad es uno de los recursos más utilizados en este lugar, es decir, ¿qué otro recurso aparte de éste tendría un tianguis con mala fama en medio de una gran ciudad? Aquí todo se trata de improvisar y salir adelante, ya que en este lugar puedes ver puestos hechos con cuatro botes, piedras o tabiques, una manta y una tabla. Otros, simplemente ponen sus cosas en el piso, pero el “arte” de la venta está en enamorar y convencer a los clientes; y saben, creo que eso es lo que hemos ido perdiendo en la industria de la publicidad y otras más, pues a veces exigimos una oficina con lujos, internet de banda ancha, sillas cómodas y comidas caras en lugares mamalones, pero se nos olvida que nuestros orígenes están en la austeridad y en el trabajo, en el cómo conviertes una ocurrencia en creatividad, y la creatividad en estrategia. Dense una oportunidad, visiten los tianguis y mercados de su localidad, para darle una “refrescada” a nuestros pensamientos y recordarnos que las grandes ideas se encuentran en los lugares más inesperados.
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