Escuchando esa canción de una de las mejores bandas que ha parido esta humanidad, me inspiré para escribir este artículo que no solo se trata de creer en el amor, sino de hacerlo realidad, un amor sincero, literal, gay y heterosexual, un amor inocente, un amor heredado… Todo vale en publicidad, amor es amor y eso es lo que buscamos que la gente sienta por al menos una marca o producto a lo largo de su vida. Nos han criado para amar, para creer que debemos sentirnos amados y para demostrar que así no tengamos a alguien al lado, seremos felices… Lamentablemente ése es el principio del consumismo, el mismo que nace de la necesidad por tener algo mejor a lo que el otro tiene, de poseer el estilo de vida que brinda un comercial o un post en redes sociales de nuestro artista favorito, de comprar y guardar, acumular y no deshacernos de lo que es realmente “nuestro”. Pero, ¿es necesario eso?, ¿es realmente nuestro eso que compramos con el dinero que ganamos en trabajos que muchas veces no nos satisfacen? (Aclaro, no hablo por mí en ese sentido porque en la publicidad he encontrado parte de mi misión en el mundo… Tenerla clara para saber cómo llegarle a la gente y hacer que piensen diferente). ¿Están de acuerdo con tener que malgastar el tiempo para comprar cosas que muchas veces no necesitamos? Seamos sinceros, nosotros debemos tener las cosas claras para no caer en las mismas trampas que tejemos para los demás… Soldado advertido no muere en guerra, y si muere es por su propia cuenta. Así las cosas, debemos entender la sicología del consumidor (como lo llaman “los expertos”), que consiste en qué ve, qué piensa, cuáles son sus gustos, con quién se la pasa, etc., después de saber a quién va dirigido nuestro mensaje, mi consejo es ponernos en los zapatos de ese “personaje” que lo recibirá y decidirá a conciencia si lo convence o no, si no es así, el proceso empieza de nuevo, y así hasta que sintamos que ése, el último mensaje creado, es la esencia perfecta, con las 2 onzas que, como en el perfume (libro de Patrick Suskind), obtenemos a partir de 100.000 rosas. Y ése señores, es un buen concepto, el destilado, el sustraído, el saboreado, el amado, el impactante, el recordado… Es como un buen perfume. Así que hoy a aplicarnos de nuestro mejor perfume para crear y crear más del mismo. El mío lleva el nombre de este artículo. Mi deseo de hoy es que nunca se les acabe esa valiosa fragancia. Feliz martes.
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