Hace unos días, la periodista Danielle Dithurbide protagonizó un FAIL que se hizo viral de inmediato, corría en uno de los canales de Televisa una nota sobre Mario, un joven de 16 años con hipertricosis congénita, conocida también como el síndrome del hombre lobo, el reportero que reporta la nota indaga sobre las dificultades que se pueden tener al vivir con una apariencia física como la que produce este síndrome, entonces pregunta a Mario, “¿Qué ha sido lo difícil para ti?”, a lo que el joven muy tranquilo responde, “pues nada”. El reportero sigue y pregunta, “¿Que es lo que te gusta de tu apariencia?”, y Mario, con una sonrisa y semblante tranquilo responde: “pues todo”. Un segundo después de esa respuesta, se escucha al aire mientras aparecía una disolvencia de una foto con tres personas que padecen este síndrome, la voz de la periodista con un “Nooo, qué cabróóón”, mientras miraba de reojo el monitor frente a ella y revisaba el guión al mismo tiempo, es decir, evidentemente Danielle Dithurbide estaba escuchando la nota y pensando en voz alta, mientras nadie la avisa que ya está al aire. Meses atrás en Coahuila, el conductor Marcos Martínez Soriano, del programa de televisión “Territorio RCG”, se convirtió en tendencia nacional al decir al aire, presuntamente sin darse cuenta, en medio de un derrame de sinceridad: “-Están entrando al programa más importante de la televisión en Coahuila, López Dóriga me la pela, Loret de Mola es un pendejo, en serio, no los ve nadie wey, nadie ve a esos put…”, de repente voltea hacia su staff de producción, pone cara de asombro y pregunta, ¿ya estamos al aire?, y entonces pronuncia lo que se convertiría en “MEME” inmediatamente, un profundo “avísenmeee”… que se reproducía en las redes sociales de manera viral. Obviamente estos no han sido los primeros, ni serán los últimos, quienes por un descuido en los medios de comunicación sean expuestos en su condición natural de comunicación, y es que es eso, una condición NATURAL usar lenguaje urbano, popular, para algunos altisonante, pero, quién no ha usado un “No, qué cabrón”, para hacer referencia a algo que insólito, para algo impactante, para algo difícil de hacer. Claro, saldrán los puritanos y conservadores defensores del lenguaje, la moral y las buenas costumbres a decir que por ser imagen pública deben evitar ese tipo de circunstancias, y sinceramente tienen razón, pero no porque “se les escape una” de ese tipo alguna vez en su vida, vamos a crucificar y condenar a quienes en un ingenuo descuido, han cometido un “FAIL” y se ha convertido en “MEME”. Voy tarde con la entrega de este artículo, y es que entre una cosa y otra, el tráfico, las lluvias, las clases, los clientes, el olor a fin de semana, impidieron que lo entregara a tiempo. Ya imagino al editor terminando de leer y diciendo: “No, qué cabrón”.
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