Escribir ha sido desde el inicio de los tiempos, una forma de comunicar y de plasmar el lenguaje de generación en generación como un signo de expresión. Hemos escrito desde hace miles de años, y me atrevo a decir que aún falta un buen rato para dejar de hacerlo. Por eso, cada texto debe ser cuidadosamente escrito y pensado, preservando siempre un lenguaje correcto y adecuado, conservando estructuras gramaticales y con un fin definido, bueno, pues no. Escribir debe ser una forma de desahogo, escribir es, el resultado de lo que pasa por la cabeza de alguien, es preservarse en el tiempo, es la forma de guardar lo que sientes, lo que vives, lo que piensas, es una idea, una expresión, un arte y hasta un trabajo. Para escribir solo necesitas una excusa, una idea o simplemente las ganas de hacerlo, además es gratis. Entonces, no dejemos de escribir, creemos cuentos, poemas, grandes historias, frases, menciones, memorias, canciones, cuñas, guiones, novelas, drama, ¡escribamos por montones hasta que nos duelan los dedos! No lo hagamos si no nos nace, hagámoslo para cautivar, para emocionar, para hacer reír, para hacer llorar, para reflexionar, para permanecer en el tiempo. Escribamos sobre lo que nos dé la gana, en papel, en las paredes, en hojas de todo tipo. Escribamos en teclados, en servilletas, en periódicos, en la arena, en nuestras manos, escribamos en la vida de las personas, escribamos para nosotros, escribamos para el mundo entero. Imagen cortesía de iStock
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