Cada año los spot de fragancias y perfumes invaden las pantallas. Es entonces cuando me pregunto por el volumen de negocio del sector. Famosos actores, músicos e ídolos mundiales prestan su imagen e incluso su nombre para las colonias. Recuerdo las clases de biología en el laboratorio donde nuestro profesor repetía eso de «Esto es un negocio. Los narices mezclan y desarrollan algo nuevo por cuatro perras y luego se vende a precio de petróleo». Reconozco que es fácil comprar una colonia o un perfume como regalo pero no deja de ser un arma de doble filo. ¿Entenderá quién recibe el regalo como una indirecta invitación a que visite la ducha con más frecuencia? Es importante no confundir los envoltorios no vaya a ser que el abuelo sea el que reciba la fragancia sex-appeal de Antonio Banderas y vaya causando furor en la residencia de ancianitos mientras el primo recibe la colonia Varon Dandy que el abuelo ha usado en las últimas décadas. Será cuestión de hacer la prueba a ciegas. Vaya a una perfumería no mire el precio ni la marca, olvídese de los anuncios y rostros que dan imagen al producto y aspire el aroma. ¿Coincide el aroma con el anuncio que te ha impactado? A partir de esta sencilla cata a ciegas se puede hacer todo un estudio de eficacia publicitaria, ¿son los perfumes más anunciados los más vendidos? ¿Se venden mejor los perfumes creados a imagen y semejanza de algún famoso? Imagen cortesía de iStock
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