De la manera más cándida posible les suplico atentamente a todos los mexicanos que no sigamos leyendo la entrevista de Rolling Stone o veamos “el documental” de Sean Penn y Kate del Castillo acerca del Chapo, si es que hubiese uno. ¿Por qué? Porque con toda la inocencia que caracteriza mi pensamiento, creo que cada vez que le caiga un centavo, un click o un like a la dichosa entrevista, a la película, al reportaje o a la serie de Netflix o de Univisión o de quién sea, estaremos validando y fortaleciendo con nuestro morbo el estatus de celebridad que este subnormal se ha venido labrando a través del tiempo y poniéndolo como un ejemplo a seguir. Si de por sí creo que las revistas de socialités son peor que las telenovelas, el convertir a un hampón en un producto aspiracional, cool y de culto me parece el colmo de la imbecilidad. Aceptémoslo, esa entrevista fue hecha con la intención exclusiva de vender revistas aprovechándose de nuestro morbo, para hacer famosa la casa productora de Kate del Castilo y darle protegonismo a Sean Penn. No hay nada de trasfondo periodístico ni nada que trascienda las fronteras de la información que ya teníamos del crimen organizado. Es sensacionalismo puro. No va a abrir los ojos de nadie, ni está descubriendo el hilo negro de la mafia mexicana, ni nos va a revelar datos clave de cómo funcionan las mentes maestras del ñaca ñaquismo. Sé que internet es una ventana a la libertad y que cada quién hace lo que se le da su regalada gana y que es muy difícil querer influir en lo que piensa o hace alguien más, pero de verdad los invito a recapacitar en este caso específico. El Chapo Guzmán no es un héroe, ni es el Robin Hood de los tiempos modernos, ni la violencia es cool ni “está de huevos” ser narco, ni es una mente maestra del crimen con un IQ de 5,000. El Chapo Guzmán es un delincuente y un asesino. Así de simple. Es un hijo de puta. Una escoria humana que lo único que merece es estar encerrado en un penal de máxima seguridad. Si no es aquí (porque es claro que nuestros niveles de corrupción nos rebasan) que sea en un lugar del que nunca pueda salir y en el que no pueda hacer más daño ni seguir operando. Llámese Estados Unidos de Norteamérica o Kiribati. Sí, lo sé, estamos desesperados porque tenemos un gobierno que es una verguenza en su operación y su estructura, pero nuestro sentido común tendría que informarle a nuestro morbo que así como el asesino de Lennon nunca tendrá una portada de revista porque un cabrón así merece el olvido y el repudio generalizado, ese tipejo tampoco merece la idolización de la que es objeto. No es un pobre campesino que sufrió mucho y ante todas las situaciones adversas, no lo quedó otra más que tomar el camino difícil del narcotráfico para subsistir. No es alguien a quién admirar. Su famita le llega de rebote porque repito, si nuestras autoridades son tan poca cosa, pues no hay más remedio que “irle al malo”, para poder tomar un bando como sociedad. Si nuestras autoridades han sido tan poco eficientes de tener que atraparlo varias veces, pues es lógico que nadie le vaya “al pendejo”. Todos le van al “chingón” al “listo”, al que les gana a los malos. En este caso el Chapo. Me parece que los mexicanos tenemos otra vez la oportunidad de demostrarnos a nosotros mismos, que si el gobierno y la autoridad son una burla, nosotros no vamos a hacer el circo más grande. Por favor no hagamos que se venda ese número de Rolling Stone, que no rompa récords históricos de ventas, que se quede con 5 mil views y bien poquitos likes, que el documental solo lo vean Kate del Castillo y Sean Penn y nadie lo comparta. Creo que como sociedad tenemos ese chance de dar un paso juntos y en común para debilitar a este gran problema que nos aqueja. Que se den cuenta que no nos interesa ponerlos en un pedestal. No digo que no nos informemos, no se me malinterprete. Es claro que tenemos que estar al día en lo que sucede, pero viniendo de fuentes serias e inteligentes y con motivadores serios y angulos agudos que nos revelen cosas importantes. No por ser parte de la conversación ni del circo mediático en el que se ha convertido este asunto. ¿De Kate y Penn? Lo único que puedo pensar es que si un par de actores (que es gente de a pie) pudieron llegar a donde estaba el delincuente más buscado del mundo, mucho antes que nuestros cuerpos policiacos, pues queda claro lo vulnerado que está no sólo nuestra autoridad e inteligencia, sino todo nuestro país. Quisiera que esto que escribo alcanzara a muchas personas y ser esa vocecita que resalte lo obvio (porque sé que muchísimas personas piensan igual) y lograr una reflexión y una acción. ¿Estoy haciendo lo mismo que Kate y Penn? ¿Que Rolling Stone? ¿Quiero lograr un pedacito de fama a costa de la delincuencia organizada y el sensacionalismo? Les juro que no. ¿O sí? No sé, pero estoy abierto al debate de todos los estadistas y pensadores chingones que existan por ahí en la blogósfera. Buen viernes tengan todos.
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