Hace un siglo los viajes al espacio eran asuntos más de ciencia ficción que de ciencia en sí. El hombre estaba enfocado más en el desarrollo de la revolución industrial que en enfocarse en cuentos de hadas y situaciones inverosímiles. Después, durante la década de los 60, la carrera espacial entre Rusia y los Estados Unidos propició el primer ser vivo en órbita, así como el primer ser humano que pisó el único satélite natural que órbita nuestro planeta. Pasaron los años y hoy tenemos una Estación Espacial Internacional, robots que exploran la superficie de Marte, satélites que viajan a los confines del espacio con un mensaje de la humanidad (en caso de toparse con algún ser inteligente). El espacio se convirtió en una conquista más de la ciencia y en un factor común en la vida de la humanidad. El siguiente paso (¿Natural?) era que la mercadotecnia y la publicidad se hicieran de su respectiva rebanada de pastel galáctica. Gracias a los avances tecnológicos actuales, algunas personas encontraron educativo e interesante acoplar un GPS, una cámara y el gadget de moda a un globo aerostático que se elevaría hasta los límites de la atmósfera terrestre, con la única finalidad de conocer la resistencia del producto en cuestión. El experimento, ajeno a toda acción de mercadotecnia o publicidad, arrojó como resultado una tendencia que poco a poco crecería en el ámbito publicitario. Poco tiempo después, un par de estudiantes armados de un poderoso globo, una cámara de video y un GPS, elevaron hasta la estratósfera al primer astronauta de juguete. Sin ninguna finalidad en específico, realizaron con éxito su experimento de colocar a un juguete a 27 mil metros de altura, distancia que alcanzó el globo antes de reventar en mil pedazos. Al día de hoy se desconoce si fue una acción planeada por la empresa juguetera para colocar a su marca por encima de las demás (literalmente). Lo cierto es que el branding que obtuvo a pesar de no estar involucrada en esta acción le ayudó en su posicionamiento en el ámbito internacional. Al día de hoy, el video de YouTube tiene más de 3 millones de vistas en YouTube y fue muy comentado en redes sociales. Después le siguieron otros intentos, algunos más personales y otros no tan exitosos, pero sin duda el ejemplo de cómo se debe comercializar una marca en el espacio lo puso el proyecto denominado Red Bull Stratos y el aventurero Felix Baumgartner. A pesar de todos los riesgos que conlleva realizar una operación de este tipo (producción previa, diseño, planeación, permisos, permisos y más permisos), se logró lo que la marca buscaba desde un inicio, colocarse en la mente del consumidor como atrevida y extrema. No sólo fue Trending Topic global en twitter, sino que la noticia le dio la vuelta al mundo sin haber invertido un solo dólar para su publicación. ¿Qué podemos aprender de todo esto? Que el consumidor ya lo ha visto todo (o casi todo) y tenemos que dejar de pensar fuera de la caja para ofrecer soluciones fuera de este mundo. Literalmente. La tecnología nos permite llegar cada vez más lejos, ser cada vez más fuertes, estar mejor preparados y, a decir verdad, ya casi nada nos sorprende. Es hora de que nuestras acciones promocionales vayan más allá, que le den la vuelta al mundo. El espacio ya no es la última frontera, sino el siguiente paso. ¿Tu marca está lista para romper records?
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