Lo más frecuente es que todo lo referente a la creatividad sea atractivo y positivo para la gente, como espectadores y como partícipes. Para casi todo el mundo es una grata experiencia el poder crear algo por uno mismo a partir de una idea. Pero claro, en este mundo tan grande, no hay dos personas que sean ni que piensen igual, y hay gente a la que lo creativo le parece «muy bonito», pero que no consideran que sea algo a lo que dedicarse. Esa línea de pensamiento se asemeja a la de la década de los 60, con respecto a los actores, con las peleas de aquellos jóvenes con sus padres, jóvenes que querían hacer del arte dramático su profesión. Aquellos padres pensaban que aquel mundo, el de la farándula como se decía, era un nido de vicio en el que pululaba gente de mal vivir para dedicarse a beber, copular, y consumir sustancias prohibidas. Vamos, que para personas como las de aquel tiempo las actividades creativas eran cosas de vagos y de gente improductiva. En la actualidad, hay quien aún piensan de una forma parecida, y en mayor cantidad de lo que sería deseable. Para ellos las profesiones creativas no pueden ser consideradas un trabajo. Como si los libros que leen, las series que ven, y las aplicaciones que utilizan nacieran por generación espontánea o las fabricasen los duendes por las noches. No saben, casi seguro porque no les da la gana el saberlo, que hay muchas industrias, ya sean las consolidadas con firmeza como las que están a un trecho de hacerlo, que se apoyan e incluso se cimientan en la creatividad, casi todas, por no decir todas, en mi opinión. He llegado a conocer personalmente a algunas de esas personas anticreativas, que me han llegado a decir que con la creatividad no se come, manifestando unos arcaicos prejuicios que ya creía superados, por no mencionar una cerrazón a la realidad más propia de un autómata que de un ser humano. Son estas personas para las que sólo los trabajos mecánicos, grises y repetitivos pueden ser considerados como empleos de verdad. Es el universo mental de esa gente, los que se dedican a tareas creativas son descarriados a los que corregir y hacer desfilar por el camino recto. Todo ello con un agresivo conformismo en el que parece despreciar la creatividad con cierta saña que en ocasiones, según la persona, llega a incomodar. No se por qué me sorprendo tanto, cada vez que me encuentro con una persona de esa mentalidad anticreativa. Quizá sea porque en estos tiempos de lo digital y lo electrónico, la información fluye constantemente en todas direcciones y los encorsetamientos mentales se tendrían que ir diluyendo. Puede que un día, y espero que no muy lejano, se den cuenta de que el inmovilismo es el viaje a ninguna parte y que la creatividad ha supuesto y supone un factor decisivo de avance en la sociedad. Que las mentes creativas, sujetas a horarios o no, son un factor de crecimiento importante en todos los aspectos, no sólo del entretenimiento, también en la empresa, en la tecnología, incluso en la medicina, que diablos. Aún no está todo inventado, hay mucho que descubrir y que crear aún. En futuro muy próximo lo podremos ver. Imagen cortesía de iStock
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