Apuesto que todos conocemos la película de los 101 dálmatas, de no ser así les recuerdo que dentro de esta linda historia que mezcla el amor de pareja y el amor de los humanos por sus mascotas, se encuentra Cruela de Vil, una mujer amante de la moda y de las prácticas malvadas para conseguir lo que ella quiere, es tan vil como su apellido y es tal vil como la historia que les traigo a continuación. Hoy en día es cada vez más difícil encontrar un trabajo bien remunerado y que cubra todas y cada una de las expectativas laborales y profesionales que tenemos. Según algunos estudios a nivel Latinoamérica, ocho de cada diez empleados durante su tiempo libre deben contestar correos y recibir llamadas, lo cual termina siendo un NO descanso, algo así como el feliz NO cumpleaños de Alicia en el país de las maravillas. En Colombia ya se ha comprobado que los trabajadores se sienten agobiados con las extensas jornadas laborales, lo más triste de todo es que los jefes creen que después de durar días trasnochando y madrugando, aún podríamos hacer las cosas mejor y quizá trabajar más en pro de la producción. Y claro que podemos hacerlo mejor, pero eso no debería ser sinónimo de trabajar más horas y descansar menos, ah y por cierto, ganar menos. No soy un Esclavo. Las personas a veces somos más productivas cuando trabajamos 6 horas y no 8 como lo estipulan, nos volvemos más eficientes a la hora de desarrollar nuestras actividades, así que deberían darnos la oportunidad de demostrar eso. Pero como en todo cuento de hadas siempre hay un villano, el de esta historia se camufla entre nosotros, entre los mortales que después de ocho horas ya no damos una y lo único que nos imaginamos es un lugar tranquilo sin sonido y sin computadores. A este villano se le llama “El Workaholic”, es ese personaje al que le parece increíble trasnochar cuatro de los cinco días de trabajo, el que ama las licitaciones más que a su vida y apoya todo lo que sea trabajo después de las siete de la noche. ¿Su justificación?, ellos no tienen tiempo para perder, antes que la salud, la familia, los amigos y el amor, esta el tan amado y deseado trabajo. El signo pesos y el sonido de dinero en sus bolsillos son su ideal. Deberíamos ser los héroes de esas historias, pasar al lado bueno a los villanos, mostrarles que las cosas buenas de la vida no las van a encontrar nunca frente a la pantalla de un computador cuando son las 11 de la noche. Gritarle al mundo que el trabajo ideal no debería justificarse con el número de horas que uno esta frente a un computador; el trabajo ideal es uno que califique la calidad de lo que haces, que no importe si lo haces en cinco horas o en dos minutos o en 3 días. No todos los creativos trabajamos bajo presión, aunque sabemos que a veces hay cosas urgentes por hacer, pero para ir disminuyendo esto, primero debemos empezar a educar a nuestros clientes, no cumplamos todos sus caprichos, no es culpa de nosotros que ellos se acuerden tarde de las cosas, o peor aún, que amanezcan creativos. Acabemos con los villanos adictos al trabajo, que entiendan ellos y sus titiriteros que se están perdiendo la plenitud de la vida por esa adicción. Ser una persona no adicta al trabajo, no me hace mala trabajadora, de hecho tengo mejores resultados, y esto no es sinónimo de no sentirme apasionada por lo que hago. Señores titiriteros Workaholic, yo quiero disfrutar un domingo y tener una sonrisa todo el día, compartir con mi familia, conocerme y que al pensar en que viene un lunes de trabajo pueda seguir con la misma sonrisa, y que ame tanto lo que hago y donde trabajo, que la sonrisa solo se borre cuando el príncipe azul ya no haga parte de mi cuento. Yo trabajo en un lugar donde quieren humanos pensantes con toda la autoridad de conocimiento y criterio, valoran lo que realmente soy y lo que sé, ellos no quieren maquinas que solo sigan instrucciones. Esta es una invitación a que las empresas busquen personas y no máquinas. Quiero que la historia de hadas que he vivido con mi equipo de trabajo, la vivan muchas personas para que cada día el amor por su profesión sea más notable y no que se sientan ajenos a esta y terminen cambiando de profesión como ha pasado en estos últimos tiempos. AUTOR Milly Vargas Nacida en Bogotá, Colombia. Realizadora audiovisual y Comunicadora social – periodista en proceso. Amante del hecho de plasmar mis pensamientos en una hoja, prefiero la hoja y el papel. Regida bajo la premisa “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Inquieta y creativa. Soy un ser histórico que busca compartir sus experiencia de una manera atractiva. Sígueme en Twitter @NuncaPense y en Tumblr: http://nopasanada-so.tumblr.com
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