Todos los días tenemos ocasión de escuchar una melodía en nuestras calles, es el blues del autónomo, la canción entonada cada día por los trabajadores autónomos, que recuerdan a aquellos otros que trabajaban de sol a sol en campos de algodón hasta casi quedarse sin manos. Trabajar en España por cuenta propia, da igual en que sector sea, es un muy difícil camino. Un camino sembrado de cristales rotos y clavos oxidados en el que el autónomo va recorriendo trecho a trecho sin calzado protector, a pelo, sólo con sus propios talentos. Los autónomos españoles sueñan con una vida mas plena, o en su defecto con un nivel de estrés menos próximo a la ebullición. Una vida que sea algo más que trabajar interminables jornadas y declarar trimestralmente el IVA y el IRPF. El autónomo español sueña con ser autónomo francés, que está libre de cuotas el primer año, y a partir del segundo, paga cuotas en función de la facturación y de su profesión. Sueña con ser alemán, con cuotas de 140 euros siempre que se superen los 1700 euros de ingresos mensuales, el pago obligatorio de un seguro médico le parece una nimiedad. Sueña con ser británico, con atractivas cuotas mensuales de entre 12 y 57 euros. Se deleita con sueños en los que es italiano, libre de cuota fija alguna. Y sueña con ser portugués, que tan sólo debe pagar sobre ingresos mensuales. El melancólico cántico de los autónomos, cargado de razón por querer equipararse a sus compañeros del resto de Europa, y poder andar por caminos en los que no haya que perder trozos de sí mismos constantemente, con un cuota mensual de alrededor de 275 euros, que deben pagar, aunque ese mes no hayan ganado un céntimo en su actividad profesional. Además de pagar alquileres de locales, si disponen de ellos, más agua, electricidad, y otros gastos. Ellos, los autónomos de este país son un colectivo muy necesario, que llevan décadas siendo maltratados por las instituciones, cuando han paliado una parte nada pequeña de esta crisis de empleo que nos envuelve, cual nube de gas tóxico. Una gran aportación a la sociedad que complementa al de las grandes compañías. Por esos motivos, algunas notas del blues que entonan cada día, hablan acerca de la conveniencia de que por fin se legisle a su favor, reduciendo cuotas, o como en otros lugares, se adecuen a sus ingresos, suprimiendo trámites burocráticos, y facilitando que nuevos autónomos enriquezcan la vida comercial y empresarial, reduciendo el desempleo, y reconociendo el valor de sus aportaciones, todos saldríamos ganando. Imagen cortesía de iStock
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