Es común que en una época de plena globalización, nuestras culturas, por más marcadas que sean sus tradiciones, estén conformadas por variados estilos y costumbres que quizá provengan del otro lado del mundo. No es coincidencia que muchos de los términos que utilizamos sean en otro idioma y que estos sean entendidos sin necesidad de traducción en la mayor parte de los casos porque su significado ya se encuentra incorporado. Las palabras son capaces de crear puentes como también de destruirlos. Los conceptos, y el idioma en general, permiten expresar cosas asombrosas. Pero no es tan fácil como parece ya que definir también es limitar. De un discurso puede surgir tanto un acuerdo como un malentendido. Allí también se encuentra un gran obstáculo producido por la diferencia entre dos culturas o dos idiomas distintos. Es un punto importante a tomar en cuenta a la hora de llevar adelante la comercialización o simplemente la expresión de algo propio. Solemos estar muy seguros de las cosas que decimos a veces, pero ¿hasta qué punto el resto de la gente entiende nuestro mensaje tal como buscamos que sea entendido? Sin dudas el lenguaje, dejando de lado el hecho de que es lo que otorga presencia a aquello que se encuentra ausente, es una gran herramienta a la hora de dar a conocer algo a los demás, y cuanto mejor se utilice aquella herramienta, será mucho mejor recibido lo que comuniquemos. Por eso encuentro interesantes las publicidades que juegan con el mismo lenguaje, ya sea de mera manera inteligente o sarcástica, porque no solo crea un lazo con el entendimiento del receptor, sino que demuestra cierta calidad del mensaje a través de ese recurso. No se trata sólo de hacer llegar la idea al rededor del mundo a partir de la simple traducción de lo que lo que se quiere expresar, sino aprovechar la diversidad del lenguaje, del propio y del ajeno, del nativo y del extranjero. Aun siendo el español mi lenguaje nativo, me encuentro familiarizada con el inglés desde pequeña. Por lo tanto, puedo disfrutar de diversas cuestiones internacionales sin mucho problema. Eso ha creado más puentes de los que he destruido a la hora de escribir (ya que proponemos nuestras propias limitaciones al expresarnos y definir nuestras ideas). El conocimiento de más de un idioma es por supuesto un gran beneficio, pero mucho más extraordinario es saber sobre el propio idioma de una manera vasta y utilizarlo en todas sus formas y colores. Los confines de la lengua son cada vez más lejanos, no teniendo mucho que expresar, sino teniéndolo todo para expresarlo. “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente.” – Ludwig Wittgenstein AUTOR Verónica Solana Estudiante de Artes Combinadas en la Universidad de Buenos Aires. Pasión por la psicología y la filosofía. Amante de la comida, la música y la vida misma. Escritora empedernida, fascinación por la metáfora, la forma más mágica de comunicación. Los pies en el suelo y la vista en el cielo. Twitter: @VerooSolana Imagen cortesía de iStock
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