Nadie habla de ello pero a todo publicitario le ha pasado. Te concentras en dar lo mejor de ti mismo en cada brainstorming, reunión con el cliente, desarrollo de propuestas, en la coordinación con tus compañeros de otros departamentos y cuando crees que lo has conseguido, que el cliente te comprará la idea llega el silencio absoluto. El teléfono no suena y el e-mail de confirmación no llega. Pasan los días te concentras en nuevas campañas, clientes, ideas…y cuando compras tu café doble-de-cafeína-sin-azúcar-ni-aditivos matutino en la estación de metro te fijas en el city light poster del fondo con una vaga sensación de dejavú. 3, 2, 1…casi te atragantas…¡es tu idea con otra gráfica! Te acuerdas de la madre que dio a luz al cliente que te robó la idea pero está hecho. No puedes reclamar ni demostrar la paternidad/maternidad de una idea, o quizá sí…recuerdo que hace poco leí un artículo sobre Safe Creative y pensé ¡Qué gran idea! Yo lo veo; un superdespacho de abogados especializados en temas de creatividad publicitaria, que asistan como notarios a cada pitch para que el cliente firme que no usará la idea de una agencia con otra, sino que si acepta la idea que se propone se compromete a desarrollarla con la agencia creadora de la misma. Puede que suene ridículo pero la verdad, nos ahorraría muchos dolores de cabeza y nos daría nuevas cuentas.
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