Entre los colosos históricos de la publicidad, sin duda uno de los más destacados es David Ogilvy. Tal vez porque sus frases, consejos, definiciones y hasta memorandos se citan constantemente, y hasta con más frecuencia que los de otras figuras legendarias (Bernbach, Wunderman, Leo Burnett, Lee Clow, Casares, y un largo etcétera). Más allá de sus obras publicadas, como el célebre libro “Confesiones de un publicitario”, existe una enorme cantidad de material recopilado por quienes trabajaron con él. Al repasar ese material, queda claro que a Ogilvy le gustaba hacer listas. De este modo, supongo, ordenaba o intentaba ordenar sus profusos pensamientos. Una de sus listas más famosas es aquella que ofrece consejos para escribir; más precisamente, para redactar publicidad. Otra describe las características que debe tener un líder, y otra más relata sus propios hábitos como redactor. Todas estas listas, y varias más, son fáciles de encontrar en la interné. Pero hay una más difícil de ubicar, y que a mí siempre me ha llamado la atención. Se la transcribe en un librito muy interesante titulado “The Unpublished David Ogilvy”, que compila breves escritos inéditos, y que le fue presentado y regalado a Ogilvy en 1986, cuando cumplió 75 años. En este libro, desde luego, hay listas. Y entre ellas, aparece una que él armó cuando un director de cuentas le preguntó cuáles eran sus principales defectos, consulta bastante pavota que los periodistas suelen hacerles a las celebridades. Ogilvy enumera 12 defectos, tanto profesionales como personales. En un par de casos recurre al viejo truco de mencionar una virtud como si fuera un defecto (la sinceridad, por ejemplo) pero en general la lista resulta muy atractiva. Sobre todo porque aquellos que trabajamos en publicidad nos esforzaremos por encontrar algunos defectos compartidos con el gran David. A ver:
- Soy intolerante con la mediocridad. Y con la pereza.
- Desperdicio demasiado tiempo en cosas que no son importantes.
- Como todos los que tienen mi edad, hablo demasiado sobre el pasado.
- Siempre fracasé en despedir a la gente que merecía ser despedida.
- Tengo miedo de volar y recurro a extremos ridículos para evitarlo.
- Cuando era Director Creativo en Nueva York, escribía gran parte de los avisos yo mismo.
- No sé nada sobre finanzas.
- Suelo cambiar de opinión. Sobre la publicidad y sobre la gente.
- Soy sincero hasta caer en la indiscreción.
- Veo y comprendo demasiados puntos de vista en una discusión.
- Me deslumbra mucho la belleza física.
- Me aburro muy rápido.
Después de repasar la lista, confieso que no solo no tengo miedo de volar, sino que me encanta hacerlo. Todos los demás defectos los comparto –en mayor o menor medida. ¿Y ustedes? ¿Tienen algún defecto en común con Ogilvy?
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