Como agencia, tienes el deber de elegir no sólo al mejor talento disponible, sino también a quienes encajen con el perfil que va con la personalidad de tu marca, pues la armonía es un elemento vital en cualquier entorno. A menos así lo creo. Y por su parte, cada agencia tiene además que saber elegir a sus proveedores. Ellos determinan con su calidad y entrega, el éxito en cada proyecto. Se convierten en socios estratégicos y es casi casi, como si tuviéramos al talento dentro de nuestra agencia. Cuando empiezas a seleccionarlos, te topas de todo: gente a la que le vale madre el tiempo, gente chilera, gente traidora. Es un duro proceso selectivo, pues nadie abre la carta así de fácil. En una entrevista previa todos son “my profesionales”. Y después, algunos sacan el cobre. Y como alguien me dijo alguna vez, no se trata de ver al proveedor sólo como eso, sino más bien, integrarlo, que se vuelva una alianza incluso en las negociaciones, que auténticamente sea un ganar-ganar. Se vale (más que regatear) adaptarse a los presupuestos, ver soluciones, dar el extra. Cuando esto se logra, se puede decir que tu equipo se ha vuelto más fuerte y con mucho más alcance. Hagamos grandes equipos, ¡vayamos más lejos! Imagen cortesía de iStock
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