Las entrevistas de trabajo tienen algo que a todos pone nerviosos. No importa si estás dando tus primeros pasitos hacia el mercado laboral o si llevas años recorriendo sus curvadas y vertiginosas carreteras, una entrevista de trabajo es motivo suficiente para que tus sudores se disparen como si estuvieses atravesando la peor de las gripes. Conseguir una entrevista ya es todo un logro: habitualmente los candidatos han pasado previamente por un largo periodo de envio de currículums o portafolios a diferentes empresas, de las cuales muchas veces ni si quiera se recibe un simple “muchas gracias por enviarnos tus datos, pero el tuyo no es el perfil que buscamos en estos momentos”. De verdad, señores encargados de recibir nuestros datos que me estén leyendo, no creo que cueste mucho responder al correo con una frase similar a la anteriormente citada, y no saben cuánto lo agradecerían los postulantes. De hecho, no obtener el puesto se haría más llevadero si al menos obtienes una respuesta, por no hablar de cómo se reduciría el angustioso período desde el momento en que envías tus datos hasta el que, frustrado, decides aceptar que no has sido seleccionado. Incluso podrían tener un archivo con frases similares que solo tengan que copiar y pegar, y aunque esta fórmula no sea la más recomendable, seguro que igualmente sería de agradecer. Si finalmente conseguís una entrevista en la que tener la oportunidad de demostrar todo lo que valéis, ¡que no cunda el pánico! Vamos a hacer un recopilatorio de los valiosísimos consejos que me han ido proporcionando a lo largo de la carrera, añadiendo algunos de los que nunca se habla y me hubiese gustado recibir: Ante todo, recordad que siempre es preferible fallar en el intento a quedarse con la duda de qué pasaría si se hubiera intentado. A veces vemos la posibilidad de acudir a una entrevista (incluso simplemente de enviar nuestro currículum o portfolio), y decidimos rechazarla por temor a no estar a la altura de las expectativas del entrevistador. Para mi, la incertidumbre es el mayor fracaso: siempre te preguntarás qué hubiese pasado si le hubieses echado valor. Esto no quiere decir que podamos o debamos presentarnos a cualquier oferta, sin tan siquiera saber si podremos desempeñar las funciones requeridas, sino que cuando tengamos la certeza de que somos aptos para un puesto, no tengamos miedo a demostrar cuánto valemos y defender por qué somos el mejor candidato que pueden tener. Todos tenemos algo especial que ofrecer, piénsalo detenidamente antes de enfrentarte a la entrevista y evita caer en los clásicos tópicos. Por otro lado, cuando acabamos nuestros estudios nos sentimos en el limbo: ya no somos estudiantes, pero tampoco somos trabajadores, y ese estado intermedio nos puede hacer perder los estribos. Sentimos la ridícula tentación de presentarnos a todas aquellas ofertas de trabajo en las que podríamos desenvolvernos, sin preocuparnos por cuáles son nuestras preferencias, pasiones y sueños. Creo que en esto nos equivocamos y mucho. Atravesamos un período altamente desquiciante, y es normal que la presión nos empuje a hacer alguna que otra estupidez, pero ¿por qué perder el tiempo en un puesto que no te entusiasma y que no te hace saltar de la cama ilusionado cada mañana? Para ti no será enriquecedor, y seguramente para la empresa tampoco, o al menos no todo lo productivo que podría ser: un trabajador desmotivado es el peor enemigo de una compañía. Por ello, analiza las ofertas disponibles antes de decidir a cuáles presentarte, elabora un listado con tus preferencias, de la más atractiva a la menos (sin olvidar que en esa lista solo deberían tener cabida aquellas propuestas que realmente te emocionen). Asegúrate de cuáles son las funciones encomendadas en cada una de las ofertas, así evitarás futuras sorpresas desagradables. Uno de los aspectos fundamentales a la hora de enfrentarnos a una entrevista de trabajo es conocer muy bien aquella empresa a la que nos presentemos. No es necesario memorizar datos sobre ella, pero sí que es recomendable conocer cuáles son sus clientes, sus actividades clave, los trabajos que han realizado… Y si sabes quien te entrevistará quizás también te ayude informarte mínimamente sobre quién es esa persona. Pero sobretodo, has de tener muy claro algo que probablemente te preguntarán: ¿por qué te gustaría trabajar en esa empresa? Prepara tu entrevista y currículum o portfolio en función del puesto al que te presentes. Cuando empezamos a trabajar entramos en estado de pánico al pensar en la poca experiencia que tenemos y pecamos de ofrecer demasiada información irrelevante en nuestro currículum. Recuerda que la mayoría de las veces “menos es más”, por lo que es conveniente evitar la información obvia (a día de hoy todo el mundo debería saber utilizar Microsoft Word, por lo que ese tipo de datos tan evidentes son innecesarios) e irrelevante (un currículum no es el lugar para mostrar tus aficiones ni dar información demasiado personal). No le des más vueltas de las necesarias: es una entrevista, no el fin del mundo. Está claro que cuando nos presentamos a una entrevista queremos ser seleccionados, pero analizándolo fríamente, ¿qué es lo peor que te puede pasar?. Por lo que yo sé, que no te escojan. Hasta el momento no he oído ningún caso en el que hayan soltado a un dragón para comerse a los no seleccionados, ni se les ha desterrado al eterno desempleo, ni nadie a muerto por ser rechazado. El rechazo y el fracaso es algo a lo que todos tenemos que enfrentarnos tarde o temprano, y lo mejor es aprender a hacerlo con madurez cuanto antes. Todos le hemos temido alguna vez, pero cuando lo vas experimentando te das cuenta de que no es tan terrible como lo imaginabas, y de que lo que aprendes con él, no siempre se aprende con el éxito. Por último, y como ya os he dicho más de una vez, sed siempre vosotros mismos. Una entrevista es el primer contacto que tenemos con nuestro posible empleador por lo que, como todos sabemos, es importante dar una buena imagen. Como hemos mencionado, es un periodo de estrés en el que todos caemos en la tentación y cometemos alguna locura, pero creo que es muy importante cuidar este aspecto. Dar una buena impresión es vital, pero ello no significa que tengas que aparentar algo que no eres: ser tú es la mejor manera de darla. Hay que evitar los conjuntos demasiado encorsetados, vístete con algo que llevarías de normal, no algo que reservarías para un sábado por la noche o para una comunión. Lo mismo ocurre con el maquillaje y el lenguaje, incluso con el famoso “inflar el currículum”. Pensad que si finalmente os escogen, pasaréis allí muchas horas y al final acabará saliendo vuestro “yo” verdadero, sed sinceros y demostrad que podéis cumplir con todas las expectativas que vuestra entrevista haya generado. Imagen cortesía de iStock
Discussion about this post