Dicen que con la creatividad se nace, no se hace. Sin embargo, como en la larga serie de tópicos cercanos al refrán que tan rica hacen a la lengua castellana, podríamos encontrar, y no una como la famosa rompedora de reglas, muchas excepciones que el tiempo y los resultados han aflorado como válidas. Ser creativo es una actitud objetiva externa evaluable y mesurable con influencia directa en los resultados internos de una actividad. ¿De qué estamos hablando cuando decimos que alguien es creativo? ¿Nos referimos a su capacidad para dibujar, para diseñar, para escribir o vamos más allá del arte? ¿Por qué no acostumbramos a hablar de creatividad en el mundo del deporte? ¿Y qué decir de la creatividad en el mundo de la empresa? En la actualidad todos hablamos de creatividad sin saber en ocasiones si es el momento adecuado, si hay necesidad de ella o si simplemente ya estamos siendo creativos sin darnos cuenta. Porque no siempre es fácil apelar a ella y no siempre es simple hacer uso de ella. Entonces, si es tan problemático definirla, tan difícil encontrarla y tan complicado manejarla ¿por qué nos parece tan importante como para estar hablando sin cesar de ella? Pues porque en verdad, la creatividad existe por sí misma y es nuestro destino encontrarla. Es una especie de inspiración divina, una Musa para el pintor o músico, un estado de gracia para el ilustrador o diseñador y una necesidad estratégica para el profesional y la empresa del siglo XXI. ¿Pero qué tiene que ver un abogado o un odontólogo con la creatividad? En realidad no mucho si lo analizamos desde un punto de vista aséptico de uso en su profesión pero sí tiene mucho valor si extrapolamos su uso al modo en que ese profesional da a conocer su modelo de negocio al mundo para estructurar un fondo de comercio capaz de sostener la empresa. Aplicar la creatividad a un modelo profesional carente de necesidad en análisis previo puede convertirse en algo tan simple como regalar una piruleta a un niño al salir de la consulta del pediatra. Ese dulce queda grabado en la hemeroteca emocional del pequeño dulcificando, valga la redundancia, el futuro acceso a un lugar de tan desagradable recuerdo. No debemos sobrevalorar la creatividad porque no es necesario, todo en su justa medida, pero lo que jamás hay que hacer es infravalorarla porque entonces entramos en el terreno pantanoso del riesgo de ser superados como empresa y como negocio. Cuando el mercado se satura al exceder la oferta a la demanda, es difícil llegar cliente final o cuando el posicionamiento profesional en una empresa no es cuestión de uno solo, no es nada fácil mantenerse como profesional destacado. Y nada puede darnos más perspectiva que la creatividad. Por necesidad, por creatividad y porque me apetecía escribir sobre ello, esquematizo 5 razones por las que merece la pena ser creativos:
- NO SERLO NUNCA AYUDA. Los opuestos no siempre son malos, hay gente a la que le gusta el helado de chocolate y a otros el chocolate caliente. Pero en este caso, en un mercado competitivo al extremo y saturado en movilidad comercial, en capacidad comprensiva por parte del cliente y casi nula en diferenciación de oferta, no ser creativo nos coloca en franca desventaja frente a los competidores que, de una forma u otra, deciden serlo. No otorgues ventaja por no confiar en ser creativo.
- CREERSE «NO CREATIVOS». Muchos profesionales se sienten «no creativos» porque no va con ellos, porque no lo ven útil en su día a día o simplemente, porque no entienden qué se puede crear en su trabajo para ser mejores. Quizás no han conocido a uno de los catalizadores de la creatividad, la necesidad, que sin duda desarrolla el hábito creativo más allá de lo imaginado. Crearte una creencia limitante sobre tu capacidad creativa condicionará tu desarrollo profesional.
- MI EXPERIENCIA ME BASTA. Si un profesional asienta su proyección diaria en esta premisa está comprometiendo su posición. La experiencia nos ayuda en situaciones actuales similares a situaciones vividas lo que nos permite reaccionar tirando de memoria y decisiones contrastadas. Pero cada nuevo producto, cada nuevo cliente, cada nueva campaña comercial o negativa de compra marca un hito en nuestro presente que necesita alimento creativo para construir hoy la experiencia de un mañana que volverá a necesitarnos como creativos. Crear y experimentar para seguir creando.
- MI NEGOCIO NO ES CREATIVO. Intentar descatalogarse como empresa creativa no va más allá de una simple excusa, que no argumento, para no adentrarse en un mundo desconocido. Las redes sociales y los nuevos canales de difusión de Internet nos permiten ver día a día ejemplos innumerables de negocios que la creatividad ha reconvertido a pesar de ser hieráticos durante décadas. ¿Quieres crear? Simplemente hazlo.
- CREAR ES GANAR. En cualquier equipo humano que se precie siempre hay, al menos, una mente creativa que aporta un ingrediente especial. De alguna forma hay que crear algo que nos diferencie del resto para lograr el objetivo. Ir el primero en una carrera no es nada fácil, la presión de llevar al resto pisándonos los talones, le tensión de tener que ganar al llevar ventaja. Pero curiosamente, nadie quiere ir segundo. Crear para ganar, una necesidad de la empresa actual.
Dick Fosbury ganó el Oro en la prueba de salto de altura en los Juegos Olímpicos de 1968 con el ya mítico Fosbury Flop, una modalidad creada por él por considerarla más eficiente que la tradicional de la época y que jamás se ha abandonado desde ese día. Fosbury creó, confió y ganó a pesar de sufrir burla y desacreditación por su innovación. No es una opción. La empresa actual necesita la creatividad como punto estratégico en su hoja de ruta de desarrollo porque sus competidores apelarán a los 5 puntos anteriores y a muchos más para adquirir una ventaja que seremos incapaces de recortar si no conseguimos seguirles el ritmo. Para acabar, nada mejor que dos referencias a la creatividad, directas del pensamiento de dos grandes intelectos acostumbrados a ella. Por un parte Ken Robinson, uno de los mayores expertos mundiales en sistemas educativos que sostiene que «la creatividad se aprende igual que se aprende a leer» Con esta premisa en mente, ¿qué nos detiene a ser creativos? Y por otra parte el psicólogo social Erich Fromm quien dijo «la creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas» De ahí el pensamiento divergente y el pensamiento lateral, modelos de acometer ideas de forma diferente buscando soluciones no vistas. Y todo gracias a la capacidad de ser creativos. Ser creativo, bien vale una medalla de oro.
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