Estando en la universidad no tenia preocupación por muchas cosas, mi único deber era responder en mi estudio, tener buenas notas y trasnochar los domingos cuando dejaba todo para última hora. Yo era dueña de mi tiempo. Un día mi mamá me preguntó que cuánto le cobraría yo por hacer la nueva carta de su restaurante, mi mirada un tanto confundida fue bastante clara para ella, por mi mente pasaban signos de pesos pero al final estaba aquel inolvidable mico con las panderetas, allí fue donde creería yo que inició mi travesía por el mundo profesional. La pesadilla. Un primer trabajo freelance con algún familiar, no creo que funcione 100% como un primer acercamiento a un cliente. El verdadero acercamiento ocurre cuando eres empleado de alguna agencia grande, pequeña, mediana o quizá cuando se trabaja como freelance para clientes desconocidos. No apto para clientes familiares, ellos nos llenan los bolsillos la barriga y nuestro ego. Es en ese momento, en ese instante, en esa milésima de segundo, cuando sabes que aún no lo has visto todo y quisieras que alguna vez te hubieran enseñado en la universidad cosas básicas como: ¿Cómo tratar con un cliente? Ó quizá una materia que se llamara ¿Cuánto cobrar sin dejarme estafar? La primera vez siempre es la mas difícil, y aunque muchos digan que no, es bastante dolorosa, es cuestión de relajarse un poco y disfrutar, pues es una cuestión de lidiar con egos y algunas “verdades absolutas”. Todos hemos sido primerizos y la hemos embarrado alguna vez, por no decir la palabra con C, y es que es muy difícil ese primer acercamiento con el cliente, es bastante parecido a ese momento cuando nace un ternero e intenta pararse muchas veces y no puede, hasta que después de varios intentos, lo logra, así mismo pasa con la primera vez con un cliente. Y ahí ya sentimos que tenemos un pie del lado de la victoria. Hay algo que nos pasa a todos y es que nos asustamos en el momento que nuestro celular, teléfono e incluso el email suena y es como esa película de terror de El Aro, así se sienten los primerizos con la terrorífica llamada del cliente en búsqueda de sangrientos y macabros cambios. Si el trato con el cliente es exitoso, iniciamos el camino de ganarnos su confianza, ellos van habituándose y así nuestra agencia o nuestro negocio freelance empieza a prosperar y a crecer. Pero, un momento, no todo es color de rosa, lastimosamente nuestra inexperiencia y nuestra terquedad a veces nos llevan a cometer errores catastróficos directamente con el cliente. En ocasiones excedemos un poco nuestra “autoridad de conocimiento” y le decimos al cliente que no en casi todo; y acéptemelo, a veces creemos sabérnoslas todas y ¡PUM! El cliente inmediatamente pasa de ser algo tangible a una imagen creada por nuestro subconsciente. Él nos abandona. Entendamos que desde que salimos de nuestro modo empleados, automáticamente nos convertimos en clientes y como clientes nos gusta que nos traten bien, de lo contrario no volvemos a ese lugar, ¿ o me equivoco?. Hagamos que nuestra primera vez sea apacible y para nada dolorosa, que no necesitemos de pastillas anticonceptivas o preludios para llevar una buena relación con el cliente, tratémoslos como nos gustaría ser tratados y transformemos esta experiencia en una de las mejores. ¡Ah! Y recordemos que no todos los clientes son malos. AUTOR Milly Vargas Nacida en Bogotá, Colombia. Realizadora audiovisual y Comunicadora social – periodista en proceso. Amante del hecho de plasmar mis pensamientos en una hoja, prefiero la hoja y el papel. Regida bajo la premisa “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Inquieta y creativa. Soy un ser histórico que busca compartir sus experiencia de una manera atractiva. Sígueme en Twitter @NuncaPense y en Tumblr:http://nopasanada-so.tumblr.com Imagen cortesía de iStock
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