La semana pasada iba saliendo de la agencia a las 2 de la tarde para ir a una comida. Justo tenía que regresar a un call a las 3:30 entonces tenía que ir y regresar rápidamente. Al cruzar el umbral de la puerta del edificio, veo a alguien que no conozco, caminando hacia mí de manera muy decidida. – Hola. – Hola. – Tú no me conoces pero yo quiero trabajar aquí. – O…ok – Me llamo Eloy y estoy acá desde las 10 de la mañana, salí desde las 7 porque vivo hasta Iztapalapa, no quería entrar porque no tenía cita pero me interesaba mucho platicar contigo y enseñarte estos bocetos de unas ideas que hice para estas marcas, así que te estaba esperando. Quiero entrar de copy a Saatchi y por twitter me regalaste unas entradas al congreso de Roastbrief para ver tu conferencia. Me los gané en una trivia de preguntas que hiciste… ¿tienes 10 minutos? – La verdad no (me entra una llamada que tengo que contestar) – aguántame – (hago la llamada, me toma 5 minutos, cuelgo). Mira, tengo que irme rápido porque me están esperando en una comida, pero ¿por qué no me avisas por twitter y quedamos de vernos la próxima semana? Veo su cara de desilusión, pero inmediatamente se transforma en una sonrisa que no puede aguantarse porque sabe que ya consiguió una cita. Me dice: va, ya tengo tu mail. Esa misma tarde recibo el mail de Eloy en donde me pide la cita. Por supuesto le digo que sí, que nos vemos el tal día a las 10 de la mañana. En eso quedamos. Llega el día “de” y como ha sido una semana complicada, tengo una junta a las 11:30 para platicar un par de ideas con la gente de la COFEPRIS. Eso quiere decir que me tengo que ir máximo a las 10:40 de la mañana para poder llegar a la cita. 10:05 nada. 10:10, 10:20, 10:30. 10:39 suena mi teléfono y me avisan que me buscan en recepción. Desgraciadamente me tengo que ir. Por favor dile que habíamos quedado a las 10 (lo digo sin mamonerías ni nada. Simplemente no llegaba a la junta si veía a Eloy). Salgo corriendo. Antes de subirme al elevador Eloy se me acerca cabizbajo con la cara de gatito de Shrek: – Hola. – Hola. – ¡Perdón! ¡salí desde las seis y media! y no contaba con el tráfico hice casi 4 horas porque no tengo coche…y – Mira, estoy saliendo a una junta, pero volvamos a quedar para la próxima semana, mándame un mail y te lo contesto al rato. Esa misma tarde me llegó el mail. Todavía no lo leo y mi próxima semana se ve bastante complicada. Me queda claro que voy a ver a Eloy en algún momento porque siempre he dicho (y lo sostengo) que la pasión es lo único que no se puede enseñar por eso tienes que contratarla. Y estoy seguro que Eloy si algo tiene son ganas de entrar a la agencia. Ahora, si queda espacio para la crítica, mi querido Eloy, debo decir que la primera vez que te apareciste sin anunciar afuera de la agencia me sorprendiste bastante (para bien). Pensé “qué huevos de güey venirse desde tan lejos sin saber si estoy para enseñarme su book y pedir trabajo”. Me dio un poco de pena no poderte recibir porque tenía que irme y por eso fue que acepté verte en otra ocasión. Pero me sorprendió más que la segunda vez que tenías que aparecerte, ya con una cita, llegaras media hora tarde. Así vinieras de Port Louis en la República de Mauricio. Pensé “que pendejo (ojo no es ofensa) que si ya sabía que tenía una cita, llega tarde”. Si me preguntas, con eso perdiste un puntito en el departamento de “ganas de querer trabajar en la agencia”. Capaz que estoy exagerando. O tal vez no. Creo mucho más en las acciones que en las palabras. Y Eloy, vas a ver que cuando pongamos la cita, sin importar la hora que sea y de dónde vengas, vas a estar sentado en la recepción de la agencia 15 minutos antes de la hora convenida. Buen viernes tengan todos.
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